De los 15 postulantes a la Alcaldía cruceña, solo cuatro tienen experiencia en gestión municipal. La mayoría surge de la viralidad en redes sociales, en un escenario de debilidad partidaria y dudas sobre la futura gobernabilidad.
Fuente: eldeber.com.bo
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La carrera por la Alcaldía de Santa Cruz de la Sierra tiene un dato que, por sí solo, merece atención: 15 candidatos en competencia, de los cuales solo tres cuentan con alguna experiencia previa en gestión municipal. Los otros doce no provienen de la administración pública, no tienen recorrido en partidos políticos ni militancia orgánica. Su principal activo es otro: la notoriedad en redes sociales, especialmente en TikTok.
Este escenario no es nuevo, pero sí más evidente. Para el analista Cabrera, el proceso electoral vuelve a caer en una lógica superficial. “Estamos nuevamente frente a una elección de rostros, de simpatías, de visibilidad, pero no de propuestas.
Lo cual es muy grave, se supone que si uno va a votar por alguien es por lo que pueda hacer por Santa Cruz y no pasa por un eslogan, sino por un plan de trabajo concreto”, advierte. En esa línea, subraya un punto clave: la popularidad no equivale a capacidad. “Porque se supone que una persona que es conocida, como puede ser un actor, una actriz, un futbolista, un cantante, un periodista, no significa que esté capacitado ni para la alcaldía ni para la gobernación”.
El problema se agrava si se considera la complejidad real de la gestión municipal. El experto en autonomías Franklin Santander recuerda que Santa Cruz no es cualquier municipio. “Hoy día Santa Cruz es el municipio más importante de Bolivia, pero es el que mayores problemas de infraestructura urbana, de servicios y de cultura ciudadana tiene respecto de los municipios del país. Además de la situación de prácticamente default que tienen sus arcas públicas”, sostiene. Desde esa perspectiva, el perfil del candidato importa —y mucho—. “El hecho de ser influencer, conocido o empresario no son cualificaciones suficientes como para afrontar los desafíos de Santa Cruz”, afirma.
Santander añade que la administración municipal exige un manejo fino del entramado autonómico, competencias compartidas y capacidad de negociación intergubernamental. Las futuras autoridades, remarca, deberán tener condiciones técnicas y políticas para dialogar, planificar y gestionar en un escenario de escasez fiscal y alta conflictividad, algo que difícilmente se resuelve con popularidad digital.
La historiadora Sayuri Loza aporta una mirada más amplia y un ejemplo concreto que ilustra la inversión del proceso político. Recuerda el caso del urbanista Guido Alejo, en El Alto, considerado uno de los perfiles técnicamente más sólidos para esa alcaldía.
“Fue alejado de las filas del partido político por el que estaba yendo porque se dijo que no tenía suficiente presencia en redes”, explica. Alejo, subraya Loza, presentó un proyecto viable, con presupuesto y datos, algo que pocos hicieron. “Esto nos demuestra que en esta época es mucho más importante tener seguidores que tener un proyecto”, afirma, advirtiendo que se trata de un fenómeno global.
Las consecuencias, según la historiadora, pueden ser graves, con municipios golpeados por la falta de recursos, se requerirá conocimiento técnico y experiencia para administrar presupuestos escasos y gestionar conflictos sociales. “Mucho me temo que esto va a tener malas consecuencias”, alerta.

