Surge el Crimen Organizado Boliviano


Álvaro Riveros Tejada

 



Con la misma sutileza y desparpajo con la que los bolivianos solemos hacer uso del doble sentido en ciertos vocablos, como llamar al ladrón: “amigo de lo ajeno”, a la prostituta: “niña de vida alegre”,  al narcotraficante “Jefazo agroquímico” etc. también podemos extender dicha práctica hacia algunas agrupaciones, sean éstas de carácter social, económico o político. Siempre de acuerdo a nuestros intereses.

Tal es el caso de la Central Obrera Boliviana (COB) creada un 17 de abril de 1952, en el contexto de la Revolución Nacional del mismo año. Fue fundada por mineros, fabriles, trabajadores de la salud, educación y otros sectores, con el objetivo de unificar a los obreros bolivianos y luchar por sus derechos laborales y sociales. Desde esa fecha, la COB ha jugado un papel importante en la historia de Bolivia, liderando movimientos sociales y sindicales, hasta recalar en la tentación de sus líderes, de acomodarse en el sector político, mucho más confortable que el trabajo en las minas, en las fábricas, en las escuelas o en espacios de trabajo físico.

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Es allí donde surge el declive de centros empresariales, que tanto brío y empuje le dieron a la economía nacional como: Said, Soligno, Forno, Volcán y otros, que tuvieron que cerrar sus puertas ante la grave arremetida del contrabando, por  entonces impulsado por una burocracia importadora, enquistada en las aduanas y a través de Comibol, por una empleomanía descontrolada en el sector minero, esa especie de Frankenstein, llamado a dilapidar sus recursos, con mucho más voracidad y habilidad que los tal llamados “Barones del Estaño”.

Ante esa realidad, emulando  el cuento del escritor argentino Constancio C. Vigil, “El mono relojero” muy difundido en la literatura infantil, que trata de un mono curioso que desarma los relojes en vez de arreglarlos. Al ser descubierto, recibe un castigo y aprende a reparar el reloj  con prolijidad y mucha responsabilidad. Ello nos recuerda al Dr. Víctor Paz Estenssoro y su histórico, como valiente giro a su política de  1952, mediante la promulgación del Decreto Supremo 21060 que, como él mismo predijo, dicha norma sobreviviría más de cincuenta años.

Algo similar acontece, desde la promulgación del Decreto Supremo 5503, del 17 de diciembre pasado, por el gobierno de Rodrigo Paz y la desproporcionada reacción de la Central Obrera Boliviana que, calificando dicha medida como: «un paquetazo de ajuste, que atenta contra la economía popular”, ha declarado un paro general indefinido y marchas en La Paz, incluso durante los sagrados feriados de Navidad, excepto el domingo 28, de los santos inocentes.

Sin hacer parte del actual gobierno, consideramos que la exigencia de la COB, de derogar el citado Decreto Supremo que establece la  eliminación millonaria de la subvención a los hidrocarburos (gasolina y diésel) y plantea un nuevo régimen económico de «salvataje» frente a la crisis económica reinante, no solamente es una medida antipatriótica, sino criminal, ya que establece, al margen de cualquier consideración política, una disposición correctiva a la ruta hacia el abismo, por la que nos estaba llevando el régimen “socialista”, desde hace más de dos décadas.

El fácil camino del endeudamiento, ante un déficit fiscal que nos asfixia, sin tener soluciones técnicas que nos sean sanamente propuestas , simplemente nos llevan a repetir los errores que nos han colocado en esta caótica situación. Es un intento malsano de culpar al actual gobierno de todas sus desgracias, por parte de quienes han encontrado en las falacias del tal llamado Socialismo del Siglo vende humo, la forma de vivir sin trabajar, logrando el surgimiento del Crimen Organizado Boliviano (COB).