Cada cual llevó agua para su molino. Estuvieron las cinco fuerzas que pugnan por la Presidencia, además Rubén Costas y Percy Fernández aprovecharon para proyectarse para las elecciones de 2015
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Así lució el cambódromo en el desfile cívico. Se nota que fue pensado para usarse de noche. Foto: Rolando Villegas
Pablo Ortiz – [email protected]
A las 11 de la mañana no hay una sola sombra dónde refugiarse en todo el cambódromo. Hace calor y ahora la banda de la Policía pone firme a todos para cantar el Himno Nacional. El desfile cívico en homenaje a Santa Cruz está por empezar. Percy Fernández ya está sentado en algo parecido a un trono, mientras que Rubén Costas se prepara para dar su discurso anual ante el pueblo.
“Vivimos un cambio de época y tenemos que entenderlo y afrontarlo”, dijo el gobernador, en el primer tercio de su discurso y algunos se frotaron los ojos y volvieron a comprobar que era Costas el que hablaba. Luego vino lo lógico, el reclamo por el pacto fiscal y la valoración de sus logros en la Gobernación.
Esta vez comparó recursos. Costas dijo que tiene que atender, con menos del 1% del Presupuesto General del Estado, al 30% de la población y construir infraestructura para el 30% del territorio nacional. Así justificó su exigencia de un pacto fiscal más justo. También planteó profundizar en la autonomía haciéndose cargo de la educación y creando una guardia departamental.
Juego de sillas
Con el sol en lo más alto del cielo, el discurso -que fue corto- se hacía eterno para los que no contaban con un toldo sobre sus cabezas. “De una vez que empiece el desfile, irresponsables”, gritó una mujer, que pasaba por detrás de la tarima de prensa. Casi nadie la escuchó.
Álvaro García Linera tampoco escuchó el discurso del gobernador. Hasta que se cantó el himno cruceño no había noticias en el palco del presidente en ejercicio, que tenía preparada una entrada triunfal, casi de conquistador: llegó marchando, detrás de una banda militar, iniciando el desfile.
Cuando subió al palco, Percy comía las semillas del vaso de somó y le ofreció un poco. Alguien fue más rápido y le alcanzó a García Linera un vaso lleno. Solo tomó la chicha y se sentó al lado del alcalde, justo en el lugar que antes ocupaba Rubén Costas, que tuvo que correrse a la derecha con la entrada del presidente en ejercicio.
Cívico, militar y político
Abajo, sobre el cemento, la Fuerza Aérea paseaba en un avión Stigma PT17, rojo y heroico. Detrás de la puesta en escena, las banderas recreaban un bosque cruceño: el verde dominaba, pero salpicado de rojo, blanco y amarillo, como árboles de tajibo, alcornoque y toborochi. Más atrás, las banderas azules hacían prever que algo hervía a lo lejos.
A 800 metros del palco oficial, justo donde el cambódromo se encuentra con el quinto anillo, las fuerzas del MAS y de Unidad Demócrata colisionaban. Entre empujones y amenazas, le fueron haciendo gataparida al resto de los participantes del desfile. Allí, el Colegio de Arquitectos decidió no marchar y sus miembros fueron sacados a empujones y palazos por los masistas.
Mientras tanto, en los parlantes, la historia de Santa Cruz se contaba con un acento argentino. Se decía que el 24 de Septiembre de 1810 fue inspirado en el 25 de mayo de Buenos Aires, no de Chuquisaca, y se exaltaba el vínculo con las Provincias Unidas del Sur.
Buscando votos
Cuando la tormenta electoral parecía desatarse en el quinto anillo, todo estalló cerca del palco. Tuto Quiroga se coló en el desfile, para molestia de los organizadores y de la gente que había hecho cola desde temprano, y logró pasar por el palco con un puñado de militantes del PDC. También estuvo Fernando Vargas, con su duende del Partido Verde y escasa militancia.
La pelea de fondo estaba pactada entre UD y el MAS. Samuel Doria Medina y Costas encabezaron el paso de los de polera blanca, pero para la megafonía oficial solo existía el gobernador. El cementero no fue nombrado, aunque sí se saludó a los candidatos uninominales. El paso de la UD duró unos 15 minutos, ni siquiera la mitad del tiempo que usaron los Demócratas en 2013, cuando sí demostraron fuerza.
Un grupo de jóvenes encabezó la caravana masista. Tenían el brazo izquierdo extendido casi en paralelo al piso, como reciclando el saludo de guerra de la Unión Juvenil Cruceñista.
Detrás de ellos venían los del MSM. Juan del Granado marchó sin miedo y sin Adriana Gil, que no pasó por el palco junto con su compañero de fórmula. Si todo desfile es una demostración de fuerza, el más cañemudo fue Percy Fernández. Su barra política fue la más frondosa y cerró el paso proselitista, antes de que los militares demuestren que, aún bajo el sol inclemente, nuestras Fuerzas Armadas son un espectáculo marchando
Fuente: eldeber.com.bo