Termómetro político

El Nuevo Día

El Gobierno no ve motivos para pactar con los opositores el texto de la nueva Constitución Política de Estado. Cree que tiene el peso suficiente para gobernar sin frenos ni contrapesos. La “cacería” de autonomistas continuará.



I. La semana pasada

La semana que pasó, una vez más, estuvo signada por la estrategia de poder que impulsa el Gobierno de Evo Morales.

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El Gobierno, recordemos, ha trazado un objetivo estratégico para este año, que es aprobar su constitución. Para ello, ya apuntamos en este Termómetro, utilizará métodos democráticos y métodos no tan democráticos.

A las buenas y con los métodos democráticos, el Gobierno hará los diálogos que sean necesarios para cubrir la imagen. Pero no sólo eso. También a las buenas y por métodos democráticos, el Gobierno aprobará esa constitución con muchos votos. Al mismo tiempo, el Gobierno usará el garrote. El garrote y a las malas, porque el Gobierno, durante el proceso de aprobación de su constitución, meterá presos a los que se opongan. Y si es necesario, utilizará militares y sindicatos de cocaleros armados. Hora de ir con el testamento bajo el brazo, autonomistas.

En el plano de hacer las cosas por las buenas y de hacer las cosas por métodos democráticos, la semana pasada tocó diálogo en el congreso. Si el Gobierno de verdad quería una constitución pactada y no una impuesta, obviamente, el escenario ideal para el diálogo era el de Cochabamba. Lo del congreso es menos creíble. Pero el tema no es con quién pacta el Gobierno (¿con los prefectos opositores o con el congreso?). El tema es ¿por qué habría de pactar el Gobierno con alguien?

El MAS tiene la siguiente tesis (que no es una tesis tan disparatada como mucha gente cree): el Gobierno ya tiene las dos cosas básicas que necesita para imponer una nueva constitución y así asegurar el poder por muchos años; tiene suficiente apoyo popular y tiene fuerza física. Fuerza física significa militares, sindicatos de cocaleros armados y sistema judicial obediente. Entonces, ¿por qué tendría que pactar? Ya tiene el poder suficiente, ¿para qué necesita un pacto?

El Gobierno no ve motivos para pactar su nueva constitución. Y probablemente no los tenga, desde el punto de vista de la coyuntura política, por lo menos. Pero eso no es lo único. El Gobierno no ve motivos para pactar absolutamente nada con absolutamente nadie. El Gobierno no pactará con Santa Cruz ni con nadie que se le parezca, sobre su nueva constitución, ni sobre el reglamento para el club del rábano.

El Gobierno se siente listo (no por una decisión, ni por mala leche, sino por el cálculo de fuerza que hace) a gobernar sin pacto. Es decir, a gobernar sin frenos ni contrapesos. Por ejemplo, si el Gobierno hoy deja libre a los prefectos y líderes autonomistas es por puro misericordia. Porque si no ve motivos de fuerza para pactar con ellos, está claro que tampoco ve motivos para dejarlos libres.

El Gobierno en estas semanas ha venido sacando sus cuentas de poder. Y está realmente convencido de que su poder y su fuerza no tiene límite alguno. La libertad de quienes no están con el Gobierno, entonces, es una casualidad o en su defecto: un acto de misericordia.

¿Es acertado ese cálculo de poder que ha hecho el Gobierno? ¿Es verdad que el Gobierno no necesita a nadie y que ya tiene la suficiente fuerza para imponer una constitución que le garantice la reelección y el poder por muchos años al MAS? Sólo el tiempo lo dirá, pero lo cierto es que el Gobierno está dispuesto a probar que su cálculo es definitivamente correcto.

II. La semana que viene

Será semana donde el Gobierno haga todo el espectáculo del diálogo en el Congreso. Los autonomistas irán definiendo qué harán ante lo que ven inminente: el referendo por la nueva constitución. La cacería de autonomistas avanzará.

Si las siguientes semanas, la crisis económica mundial sigue mostrando que se profundiza, hay que poner la alerta política y no sólo la económica. Las crisis económicas mundiales no tienen fronteras y golpean la estabilidad política de moros y cristianos. La famosa democracia pactada se cae con la crisis de finales de los ‘90 que llega hasta el 2003. Hoy, Chávez ya tiene un problema con los precios del petróleo. Nosotros lo tendremos pronto con los precios del gas.

La temperatura política

En una escala del 1 al 10, donde 1 significa mucha estabilidad y 10 significa inestabilidad política, cómo calificaría UD la situación actual en Bolivia. La situación está en un 6. Hay estabilidad porque el gobierno la impone.