Uno de los países más exóticos y coloridos del mundo aún arrastra tradiciones de dudosa moralidad, las cuales vamos a aprovechar para explorar esa concepción del amor un tanto vacía y superficial, quizás para valorar un poco más las relaciones de Occidente o, simplemente, concienciarnos de la cruel realidad que suponen los matrimonios de la India.
¿¡Mujer!?
Nacer mujer en la India es, en la gran mayoría de las veces, una desgracia. De hecho, a los médicos del país se les está prohibido revelar el sexo del bebé aunque hayan consultorios clandestinos. Pero, ¿por qué nacer mujer es una desgracia en la India? Por muchas razones, pero principalmente por la fortuna que conllevará su mera existencia en el futuro para sus (en la mayoría de casos) pobres progenitores.
La niña pasará toda su infancia a la sombra de sus hermanos varones, ya que su mera presencia conlleva que sus padres deban ahorrar dinero para pagar… bueno, no nos adelantemos.
India es de los pocos países en los que el amor es un mero negocio para muchas familias, un intercambio de poder, dinero y valor social condicionado por los pasos de la familia, y la mejor manera es casándola con un hombre de casta superior (recordemos que existen cuatro tipos de esta jerarquía en el país). Este acto se denomina dote, y aunque a nosotros nos parezca un insulto al amor, en realidad es una tradición objetiva bajo la que grita el sutil robo de ciertos derechos.
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La dote
La dote es una tradición en la que los padres de la chica la ofrecen al hijo de otra familia acompañada de una moderada cantidad de dinero. De este modo, la futura esposa pasa a formar parte de una familia a cambio de un mayor estatus y seguridad, si bien sus nuevos familiares pueden seguir exigiendo dinero a sus padres, véase para estudios, tareas domésticas u operaciones de estéticas; el motivo es lo de menos.
Este compromiso condena a los padres de la novia a pagar eternamente a la nueva familia. Sin embargo, y lo que intenta resaltar este artículo, es el condicionamiento y la falta de elección en lo que respecta al amor. Pues puede que el marido, cual bendita lotería, sea el hombre de tus sueños, pero en ocasiones suele ser todo lo contrario.
Estos casamientos se fraguan en agencias especializadas donde las hijas eligen marido por catálogo o las sección Matrimonio de ciertos periódicos nacionales en los que las familias del novio buscan una futura nuera ofreciendo una posición social más alta o una alternativa al condenado estado de solterona.
Una vez casados, el matrimonio convive con la familia del marido, estableciéndose una típica guerra fría entre nuera y suegra, relación de la que se nutren la mayoría de culebrones y telenovelas hindúes. Un nuevo concepto de familia, de cortejo y tradición. Pero, especialmente y más temible, la más horrenda definición de las relaciones amorosas.
La reciente liberación de la mujer en ciertas casta de la India ha permitido a estas elegir su propio destino e incluso divorciarse, lo cual está conduciendo a una incipiente crisis de valores en el gigante hindú que, por otra parte, era bastante predecible.
Y mientras en la India una mujer debe permanecer con un hombre (que no ama) toda su vida en la India nosotros, en Occidente nos preguntamos: ¿por qué cambiamos tanto de pareja?
La polémica realidad de los matrimonios concertados en la India, a pesar de haber sido prohibida en 1961, continua practicándose en muchas de las familias del país. Una practica que aún en pleno siglo XXI continúa oprimiendo los derechos de muchas mujeres obligadas por la sociedad a amar al hombre equivocado a cambio de una superficial existencia.
Namaste Ji.
Fuente: www.imujer.com