Feinmann, inspector de ideologías


Alfredo Leuco*leucoHasta ahora, José Pablo Feinmann era una suerte de filósofo de cabecera de las minorías cristinistas. Algo así como la conciencia culposa del neofrepasismo K. Cobró unos buenos pesos y mamó de la teta del estado nacional, pero pudo manifestar su tristeza por tener que defender a un matrimonio presidencial millonario. Refugiado cada vez más en el frasco en el que vive, Feinmann acaba de recibirse de inspector de ideologías. Es el hombre que custodia la virginidad cultural de nuestro sufrido pueblo trabajador. Le cuento de qué se trata por si usted no se enteró. Pronunció un discurso para devolver el premio de personalidad destacada de la cultura que le había dado la legislatura de la ciudad por sugerencia de Susana Rinaldi. Dijo que él no quería tener el mismo premio que había recibido Marcelo Tinelli. Aclaró que premiar a Tinelli era premiar la anticultura y el antipensamiento. Y de inmediato desarrolló una teoría absolutamente paternalista de un intelectual soberbio que se cree dueño de la verdad y que piensa que el pueblo es una legión de tontos a los que los medios les llenan la cabeza. Hay que ser retrógrado y jurásico para sostener semejante infantilismo. A esta altura de la democratización y de la tecnología al servicio de la información, hay que erigirse como comisario político de los trabajadores.Feinmann ofendió a Tinelli, pero más ofendió a los millones de argentinos que hace años miran sus programas. Te puede gustar o no. Te puede divertir o no. Pero reducir a millones de argentinos a bobos a los que Tinelli les lava el cerebro todos los días es propio de un elitista reaccionario más gorila que King Kong. Ya está absolutamente probado por las ciencias sociales que el ciudadano se expresa y crece según miles de estímulos y de acuerdo a su experiencia y la de su familia en la vida real y no en la televisión. Hubo millones de trabajadores que dejaron de votar a Cristina porque la presidenta les mete la mano en el bolsillo y les roba parte de su sueldo con la excusa de que es un impuesto a las ganancias. ¿Son salieris de Tinelli o es gente que repudia una medida antipopular de la presidenta a la que Feinmann le chupa las medias? Hay defensores de la honradez y la ética republicana que no votan a Cristina porque sienten repugnancia por la matriz corrupta del estado que involucra a Lázaro Báez o a Amado Boudou, nada menos que el mejor amigo y cómplice de Néstor y Cristina y su vicepresidente. ¿Quienes rechazan eso, son tarados que siguen las órdenes de Tinelli? Feinmann, atrasa 50 años y dice que la tele idiotiza con sus contenidos. Que lo que Tinelli muestra es todo mentira y es una TV culo y que eso es antidemocrático porque no forma ciudadanos lúcidos que puedan elegir su destino. Menos mal que los proletarios y marginados del mundo tienen a Feinmann para que les diga cuál es el camino hacia la felicidad y la revolución antiimperialista. Menos mal que Feinmann es un custodio de la moral y la capacidad de razonar de los miles de muchachas y muchachos que en La Matanza se divierten mirando a Tinelli. Al final, trató a esos televidentes de sujetos colonizados y de basura que no piensa.¿Se acuerdan cuando dijo que las mujeres de los cacerolazos envidiaban a Cristina porque la presidenta era linda e inteligente y ellas eran viejas e ignorantes? Pregunta inquietante: ¿qué pasaría si Feinmann tuviera todo el poder en este país. ¿Prohibiría a Tinelli? ¿Lo sacaría del aire con su patrulla de censuradores bienpensantes? ¿El comisario Feinmann ordenaría que su programa de canal Encuentro vaya en horario central en canal 13? ¿O que Ricardo Forster conduzca pensando por un sueño de la patria grande? ¿Fomentaría programas culturales como radio reloj en Cuba donde la libertad está encarcelada? ¿Utilizaría los medios venezolanos como ejemplo de búsqueda de la verdad como contracara de la mentira de Tinelli?Este muchacho grande llamado Feinmann cometió también el pecado de oportunismo. No solo el de soberbia. Ahora que Cristina y los camporitas están contra Tinelli salió a decir su gran verdad revelada. ¿Porque no lo hizo antes, por ejemplo, en el 2007 cuando Néstor y Cristina cerraron la campaña del 2007 jugando a que jugaban al voley con Tinelli en Bolívar? Yo vi a Tinelli abrazado a Cristina llorando la muerte de Néstor. No lo vi a Feinmann. Las cámaras del relato repitieron una y otra vez el abrazo entre la viuda y el hombre más popular de la Argentina. ¿Eso era bueno para el pueblo trabajador y ahora es malo? No hay dudas, la degradación del cristinismo ilumina algunos personajes que se sienten con autoridad para dar cátedra acerca de lo que qué es bueno o malo en la cultura. Son filósofos que hace años vienen mirando otro canal.*Alfredo Manuel Lewkowicz, más conocido como Alfredo Leuco, es un periodista argentino. Desde 2010 conduce «Le Doy mi Palabra» por la señal de cable Canal 26. Escribe en el Diario Perfil y La NaciónRadio Mitre – Argentina