Al pueblo no le importa la democracia

Jimmy Ortiz SaucedoJIMQue al pueblo no le importa la democracia, como debiera, es una triste realidad en varios países de Latinoamérica. Las ‘democracias’ primitivas que tenemos no permiten ver sus reales bondades. Mucho se tiene que trabajar todavía en el fortalecimiento y consolidación de una auténtica cultura democrática en la región. Este será el mejor antídoto contra las dictaduras formales o solapadas. Nadie defiende lo que no conoce y muchos ciudadanos nunca vivieron una democracia en todo su esplendor.Como dice la OEA, el pueblo necesita entender que “la democracia representativa es indispensable para la estabilidad, la paz y el desarrollo de la región” (…). Y que “los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla”. Una parte importante de nuestros pueblos valora más la economía que una democracia de calidad. La gente prioriza el precio del pan, porque la libertad de expresión y el respeto a los derechos humanos, dentro de la democracia, quedan en segundo plano. Confirmando el adagio: “panza llena corazón contento”. No deja de ser decepcionante comprobar que las necesidades básicas de la existencia humana siguen teniendo más relevancia que los asuntos supremos.A la gente no le queda claro que política y economía son caras de la misma moneda. Que a cada ideología política corresponde a una determinada concepción económica. Que la economía es una expresión de la política. Que el precio del pan depende de la política y los derechos humanos también. Otros ciudadanos se jactan de ser apolíticos, como si esto fuera una virtud. Sin entender que, queriendo o sin querer, son parte de la política. La política dirige nuestras vidas, con o sin nuestra anuencia.La política es una profesión que tiene que ser valorada por la sociedad. Tener en sus manos los destinos del país no es un asunto menor. Ciertamente nuestra clase política no ha sido de las mejores. Somos del tercer mundo en buena parte por su causa, pero el pueblo también tiene la culpa, por desentenderse de la política. Como decía Platón: “El precio de desentenderse de la política es ser gobernados por los peores hombres”. Claringo ¿no? Parece que el filósofo lo escribió para nosotros.El Deber – Santa Cruz