En ese país se permite consumir la hoja, pero no comprarla. A raíz de eso los bolivianos y quienes la consumen generan un comercio que no es legal. En los mercados se la encuentra con el nombre de «hoja de laurel».
La Razón
Ingrid Rojas Peralta, Periodista
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«¿Me da un sobrecito de hoja de laurel?» Con esa frase, residentes bolivianos en Argentina se acercan a los herbolarios (tiendas en las que se venden hierbas) o a los mercados de abasto para comprar hojas de coca que les sirven para acullicar o coquear (masticar la hoja para sacarle jugo).
Además de pi\’jchar, la gente en ese país busca la hoja también para hacer mates o infusiones con el objetivo de curar enfermedades, como se hace tradicionalmente en Bolivia. Los principales lugares de venta son los mercados o los herbolarios, donde también se encuentran otras hierbas como hojas de laurel, pimienta y otro tipo de condimentos para cocinar.
Javier Lazcano, quien trabaja en una textilera en el barrio de Mataderos, en Buenos Aires, cuenta que salió en busca de coca, pues la necesitaba para mantenerse despierto toda la noche en una jornada de trabajo.
«Nosotros queríamos coca porque teníamos que trabajar para entregar un pedido, entonces buscamos y buscamos y nos dijeron que la encontraríamos, pero con el nombre de hoja de laurel», relata Lazcano.
«Entonces la buscamos así, con ese nombre, y sólo de esa forma pudimos encontrar la coca y comprarla», confirma Leonardo Lazcano, hermano de Javier, desde Buenos Aires. Y es que en Argentina hay una contradicción: está prohibido comercializar la coca, pero sí está permitido su consumo, aunque no se establecen cantidades específicas, según se estipula en la Ley 23737 de 1989, explicó la inspectora Marcela Sosa, de la Policía Federal de ese país en contacto con La Razón desde la capital argentina.
Entonces surge la pregunta: ¿cómo consiguen coca los bolivianos en Argentina, si la pueden consumir, pero su venta está completamente prohibida?
«Esa es una gran laguna en lo jurídico. Se debe analizar en cada caso en particular, al final el que tiene la última palabra es el juez», respondió Sosa. El cónsul General de Bolivia en Argentina, José Alberto Gonzales, explicó que si bien la ley es contundente al respecto y se permite el consumo de coca, la norma a la vez prohíbe su comercialización. «Es una ley contradictoria», dijo.
«En lugares como Jujuy, Salta y Santiago del Estero (regiones situadas en el norte argentino) se consume coca, inclusive más que en Bolivia. A mucha gente, no sólo los campesinos, también los banqueros, gente de la alta sociedad se la ve acullicando la hoja», aseguró el cónsul boliviano en el país vecino.
Toda esta situación genera un movimiento ilegal de comercialización y contrabando hormiga de coca, principalmente en la frontera entre Bolivia y Argentina, según confirmó el teniente coronel Stanley Tintaya, director del Grupo Especial de Control de la Coca de Bolivia (GECC).
«Nosotros tenemos información de que en el lado argentino hay mucha gente que consume coca, son nuestros paisanos, por lo tanto también hay gente que se dedica a transportar la coca de forma ilegal, vale decir camuflándola», relata la autoridad.
El director de este grupo especializado de la Policía explicó también que lo que generalmente hacen los que transportan ilegalmente la coca es prensar la hoja. «Lo hacen en pequeñas cantidades, pueden ser dos, tres hasta cinco libras y la llevan alrededor del cuerpo», cuenta la autoridad.
Todo este tráfico sucede en la frontera con Argentina, principalmente en las regiones de Yacuiba y Villazón.
«Utilizan el mismo modus operandi que con la cocaína y lo hacen por el precio, pues aquí cuesta 20 bolivianos y allí entre 80 y 100 bolivianos», aseguró Stanley Tintaya. Pero por lo visto, para nada es un secreto el transporte de la coca en la frontera, pues también los detallistas de hoja de coca en La Paz se aprovisionan para llevarla hasta las fronteras.
«Hay gente que consume, hay detallistas que llevan del mercado a las zonas fronterizas, principalmente a Villazón, Tupiza y Yacuiba. En ese sector consumen la hoja de coca», afirmó David Huayhua, representante de la Industrialización y Comercialización de la Asociación Departamental de Productores de Coca de la Zona Tradicional de La Paz (Adepcoca).
El mayor incentivo para el transporte ilegal es el precio, pues en Buenos Aires una bolsa de una libra cuesta entre 80 y 100 bolivianos, aseguró el dirigente. Mientras que en el país esa misma cantidad se puede comprar en menos de 20 bolivianos, explica el representante de Adepcoca.
En Argentina
La aprobación : La norma argentina fue sancionada el 21 de septiembre de 1989, promulgada el 10 de octubre del mismo año por aplicación del art’culo 70 de la Constitución Nacional y publicada en Boletín Oficial de ese país el 11 de octubre de ese año. Art’culo 15 : La norma argentina que aœn está vigente establece que la tenencia y el consumo de hojas de coca en su estado natural, destinado a la práctica del coqueo o masticación, o a su empleo como infusión, no será considerada como tenencia o consumo de estupefacientes. Sanciones : Segœn la ley, será reprimido con reclusión o prisión de cuatro a 15 años y con una multa el que ´sin autorización´, entre otros, siembre, cultive o comercialice plantas o guarde semillas utilizables para producir estupefacientes, o materias primas, o elementos destinados a su producción o fabricación. Venta : La ley argentina de 1989 también castiga a quien almacene, distribuya, comercie, entregue, suministre, aplique, facilite o transporte estupefacientes. TambiŽn hay penas para quienes introduzcan al pa’s estupefacientes o materias primas destinadas a su fabricación. Viena : En la Convención de Viena de 1961, de la que participó Argentina, quedó registrado que Óel acto del coqueo est‡ considerado como un acto de intoxicación, según su art’culo 26 de la normaÓ, dice una nota publicada por El Clarín, diario argentino.