El rompehielos ruso Kapitan Khlebnikov navegaba por las aguas del mar de Weddell, en la Antártida, a su estilo: se montaba sobre el hielo, lo partía, retrocedía, tomaba de nuevo impulso y volvía a avanzar. Marchaba así cuando de golpe los traicioneros vientos antárticos cambiaron de dirección y lo dejaron prácticamente atrapado en un campo de hielo que acababa de partir.
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