Juan Carlos UrendaEl proceso autonómico fue la reforma administrativa más profunda que se llevó a cabo en la nueva Constitución, a pesar de que la Constituyente, controlada por el MAS, se oponía frontalmente a ella. Pero las manifestaciones populares expresadas en cabildos y referéndums habían sido mucha dosis, y el partido de gobierno se vio obligado a incorporar en la Constitución un modelo autonómico basado, en buena medida, en la propuesta cruceña, no sin antes ponerle algunos candados para convertir el modelo boliviano de administración pública en un inédito caso de autonomías centralizadas. Es decir, que éstas tienen en si el germen de su propia anulación por los excesivos candados centralistas que le pusieron los redactores que actuaron políticamente, sin principios ni convicción.Pero la patraña o estrategia envolvente para que la autonomía no avance vino después. Consistió en hacer creer hábilmente que para que haya autonomías se debe adecuar los Estatutos a la Constitución, cuando eso no dice la Constitución. Y el cuento se lo tragó sin análisis una gran porción del país. La constitución no supedita la aplicación de las competencias exclusivas departamentales o municipales a la aprobación o adecuación de los estatutos. La prueba de ello es que la gobernación de Santa Cruz transfirió al nivel departamental los hospitales de tercer nivel sin adecuar su estatuto. La patraña tiene por objeto fundamental que los candados centralistas que tiene la Constitución se trasladen a los Estatutos departamentales. Con eso, se tira al tacho el Estatuto cruceño aprobado con el 85.7% y se lo llena de los mismos candados centralistas que tiene la Constitución (rechazada por en el 64% del pueblo cruceño), y fenómeno parecido ocurre con los de Tarija, Beni y Pando.Ese fue el juego del MAS. Pero lo que más preocupa, por las sospechas de una insoportable levedad de principios, como diría Milan Kundera, es que los gobiernos departamentales que aprobaron referéndums y estatutos abandonaron el proceso sin rubor, entendiéndose los casos de Tarija y Pando a cuyos gobernadores sacaron de sus puestos. Por su parte, el partido de gobierno, desde que se aprobó la constitución, ha venido sistemáticamente aprobando leyes y decretos centralizadores -varios de ellos inconstitucionales -con la vergonzosa complicidad del títere “Ministerio de Autonomías”- al punto que hoy Bolivia está más centralizada que nunca, y ese proceso de centralización frenética no ha merecido, en la mayoría de los casos, ni una mención de los gobiernos departamentales elegidos por el voto mayoritariamente autonomista.Pero verán ustedes que ahora la autonomía reflotará para las elecciones para gobernadores. Verán la impostura política de proponer en la tribuna lo no han sabido defender en la cancha, con el consecuente desprestigio del proceso.Twitter: @jcurenda