La triste historia de la cándida oposición

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Evo Morales tiene una oposición de la que debería enorgullecerse. Lo salva de todas sus metidas de pata, colabora muy solícitamente para que todo le salga bien, acoge con candor de madre todos sus caprichos; solo falta que lo arrope antes de dormir y le vele el sueño.

Pero (estas cosas que tiene la vida) Evo paga el cariño con desdén y somete a la oposición a todo tipo de desaires y la hace objeto de su indiferencia, que dicen los conocedores, duele mucho más que el olvido.



Resultaba interesante ver este lunes como algunos parlamentarios -de cuya trayectoria política lo menos que se podría decir es que ha sido sinuosa-, pugnaban por aparecer en la foto como reclamando crédito por un acuerdo cuyas consecuencias para el país están por verse.

Con la agudeza que caracteriza a los lectores de este espacio, seguramente se habrán dado cuenta que nos referimos al inefable Chaly Borth, de quien se puede asegurar que ha transitado, hasta el momento impunemente, por todos los espectros de las ideologías políticas, ha visitado sus lugares más recónditos y por todo lo visto, se apresta ahora a darnos una nueva muestra de ese gran don de ubicuidad. Oportunismo y falta de escrúpulos, le dicen algunos malintencionados, de esos que nunca faltan y que  anticipan que el orureño será el próximo candidato a la presidencia del Senado Nacional.

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Pero no es el único. Otros hubieron que se incorporaron al carro a fuerza de chantaje y extorsión en tanto que otros tantos fueron sencillamente comprados. Resultaban conmovedores los esfuerzos que hacían estos personajes para que se cumpla a cabalidad las instrucciones que venían del Palacio de Gobierno.

Alguien se percató que el Congreso no tenía potestad alguna para introducir cambios en un proyecto constitucional por más amañada que haya sido su aprobación. Entonces no faltó un comedido, algo más avisado que el resto, que observó que la Constitución vigente daba un resquicio para introducir esas reformas y actuaron en consecuencia.

Ocho horas llevó el arduo y esforzado debate, pero ¡ Ay la ingratitud humana! Evo Morales, no puede con su carácter y a primeras horas de la mañana, después de haber bailado toda la noche en la plaza Murillo al ritmo de ancestrales sones, volvió a amenazar.

Dijo que los parlamentarios que tan meticulosamente estaban cumpliendo su trabajo en el interior del Parlamento lo que realmente querían era provocar y que las “organizaciones sociales” tomen el edificio del Congreso. Sin embargo después de retomar la idea que nunca ha abandonado: imponerse por las malas, recomendó a “sus bases” mantener la calma.

Es que en su íntima conciencia mantiene la idea de que, a pesar de haber obtenido la aprobación de los mecanismos que le posibilitarán imponer su constitución, hoy menos siniestra por el aporte de la "oposición", hay que reconocerlo, podía haber conseguido todo lo que quería sin maquillaje de ningún tipo, por superficiales que estos sean y, por sobre todo, haber obtenido la posibilidad de ser reelegido indefinidamente, que considera, bien merecido se lo tiene.

Es que los acuerdos, por mínimos e intrascendentes que estos sean, no van con él. Prefiere la fuerza -y en ocasiones la furia- de los “movimientos sociales” para imponer los dictados que le manda su mesianismo, su pachakutismo para consumo de incautos. (Zoe)