El Presidente y el periodismo


El poder político debe entender que el periodismo, por esencia y ética, debe servir únicamente a la sociedad, haciendo notar los errores…

laPrensa Editorial La Prensa

El presidente del Estado Plurinacional de Bolivia ha volcado su artillería otra vez contra los periodistas y la prensa reafirmando que son sus enemigos a pesar de todo lo que hizo por ellos, quienes, por esto, debían proclamarlo a la Presidencia como lo hicieron los demás sectores.



El Gobierno debe entender que el periodismo no defiende ni se alinea con partidos políticos, no está con el oficialismo ni con la oposición. Defiende la libertad, los derechos humanos y la democracia. El periodismo debe ser apolítico e imparcial. De ahí que nadie debería pretender que apoye a candidatos a cargos políticos, cualquiera sea su tendencia, aunque hubieran hecho mucho por este sector. Querer el apoyo político del periodismo porque se emitieron normas o se hicieron obras que favorecieron a este sector es intentar comprar la conciencia de los periodistas. Puede haber quienes la vendan y sometan su quehacer periodístico a la voluntad del poder, u otros que están sintonizados ideológicamente con el Gobierno y por eso apoyan todo lo que éste hace. Pero pretender que el periodismo independiente se ponga al servicio de un partido político es inducirlo a perder la esencia de su credibilidad y a desvirtuar su verdadera misión.

El Presidente, a poco de ganar las elecciones del domingo pasado, ha vuelto a señalar a los periodistas y a la prensa como sus enemigos. Lo cierto es que el verdadero periodismo no es ni debe ser enemigo de nadie. Esto debe quedar meridianamente claro.

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Ni los medios ni los periodistas son enemigos del Primer Mandatario reelecto ni de su Gobierno. Su triunfo electoral del último domingo fue contundente y así lo han reflejado todos los medios. El binomio gobernante ganó y hay que no sólo reconocer su arrollador triunfo, que le da el poder total, sino que hay que felicitarlo a pesar del informe crítico de la Unión Europea sobre una desigual campaña proselitista favorable al oficialismo, que tampoco al Gobierno le ha gustado, como no le ha gustado la posición independiente del Órgano Electoral Plurinacional, al que ha calificado como principal jefe de campaña de la oposición, y como no le gusta lo que la prensa dice.

El poder político debe entender que el periodismo, por esencia y ética, debe servir únicamente a la sociedad, fiscalizando y haciendo notar los errores de los funcionarios públicos, quienes no deben incomodarse por ello. Su obligación es administrar correctamente los bienes del Estado. Las críticas de la prensa no deberían ser tomadas como acciones de enemigos ni de opositores, sino como de quienes pretenden que las irregularidades en las que eventualmente incurrieron se corrijan en beneficio de la sociedad.

Tampoco los medios admitimos, y rechazamos con energía, que se diga que debemos ocupar el espacio dejado por una oposición ineficiente. No tenemos por qué hacer política. No es nuestro rol.