Apoyar a Evo Morales “se ve chic”, es como una moda en algunas partes del mundo. Europa fue la que impuso esa tendencia. “Dale tu mano al indio”, decía una canción del uruguayo Daniel Viglietti, verso que se quedó en poesía y que nunca cuajó, ni siquiera entre los izquierdistas de América Latina. La prueba la dio hace muy poco la gran amiga del presidente Morales, Hebe de Bonafini, la líder de las Madres de Playa de Mayo que sacó a empujones a un grupo de bolivianos que protestaban frente a la Casa Rosada de Buenos Aires por la muerte de un albañil a manos de la Policía. “Esta es nuestra plaza, váyanse hijos de puta”, les dijo la señora a los pobres “bolitas” a quienes trató como a cualquier “cabecita negra” de esos que sufren horrores por la explotación y la esclavitud en la capital argentina, sin que ellas hubieran dicho nunca una palabra. Evo Morales es a veces cómplice del uso que se le da a su figura. A principios de año recibió un título honoris causa de la Universidad de La Plata, institución que le arrebató sus tierras a una comunidad indígena del noreste argentino. El jefazo prometió interceder por sus “hermanos”. Hasta ahora bien gracias.
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