El hecho puso en debate la vulnerabilidad de la seguridad del Sumo Pontífice. El 6 de junio de 2007 un alemán de 27 años logró superar las vallas de protección e intentó subir al vehículo que trasladaba al Papa.
La ítalo-suiza Susanna Maiolo salta la barra de seguridad para dirigirse hasta donde está el Papa. – Ap Agencia
Los Tiempos. Ciudad del Vaticano | Agencias. El incidente protagonizado por una mujer que durante la Misa de Gallo del jueves se abalanzó sobre el Papa, empujándole y haciéndole caer, es el más serio sufrido por Benedicto XVI durante su pontificado y ha puesto sobre la mesa el tema de su seguridad.
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La seguridad de Benedicto XVI no se puede blindar al 100% si no es creando una muralla de separación entre el Pontífice y los fieles, algo impensable”, conociendo el deseo del Papa de acercarse a las personas, afirmó ayer el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi.
Lombardi añadió que ciertos episodios son muy difíciles de evitar cuando se trata del contacto del Papa con los fieles, que son miles los que acuden a los actos papales.
Este caso ha traído a la memoria el ocurrido el 6 de junio de 2007 en la plaza de San Pedro, cuando un alemán de 27 años logró superar las vallas de protección e intentó subir al vehículo que trasladaba al Papa mientras realizaba el tradicional paseo entre los fieles antes de la audiencia general.
Tras saltar la valla, el joven se arrojó sobre la parte posterior del vehículo, aunque fue reducido por los guardias de seguridad que acompañaban a pie al Pontífice.
La escena duró escasos segundos y Benedicto XVI no se dio cuenta de lo que había ocurrido y continuó saludando a los presentes.
Al igual que la mujer de ahora, el alemán también dio claras señales, según dijo en aquella ocasión Lombardi, de estar perturbado.
Susanna Maiolo, de 25 años, de nacionalidad ítalo-suiza, fue identificada ayer por el Vaticano como la mujer que empujó al Papa antes de la Misa de Gallo de anteayer haciéndole caer. No es la primera vez que lo intenta.
Ya en la Nochebuena de 2008 intentó saltar una de las vallas con las que se crea un pasillo en el interior de la basílica de San Pedro para que pase el Papa, aunque entonces, la rápida intervención de la seguridad vaticana impidió que se le acercara.
Anoche, vestida igual que en 2008, con camisa roja y pantalón, Maiolo sí lo logró y llegó hasta el Papa.
Se agarró al palio (la estola blanca con cruces negras, que pende de los hombros sobre el pecho) del Pontífice, que cayó al suelo en medio del desconcierto que se generó.
Ayudado por el personal del protocolo pontificio, el Papa se levantó y prosiguió en procesión hasta el altar mayor para celebrar la Misa del Gallo.
Peor suerte corrió el cardenal francés Roger Etchegaray, de 87 años, que formaba parte de la procesión junto al Pontífice y que también cayó al suelo, rompiéndose la cabeza del fémur, por lo que tuvo que ser hospitalizado en el policlínico Gemelli de Roma y será operado en los próximos días.
“El Papa está bien”, señaló ayer Lombardi, que precisó que la mujer tras ser inmovilizada, fue trasladada a la Gendarmería Vaticana para ser interrogada y pocas horas después ingresada en un centro sanitario, cuyo nombre no ha sido revelado.
Benedicto XVI celebró la larga Misa del Gallo sin problemas y ayer, en buen estado de salud pero al parecer cansado y un poco inseguro en sus movimientos, abrió los brazos, bendijo a la multitud y pronunció el mensaje “Urbi et orbi” (A la ciudad y al mundo) sin ningún inconveniente.
Después leyó saludos navideños en 65 idiomas, que fueron recibidos con cánticos y vivas.
En su discurso, el pontífice puso en perspectiva los efectos de la crisis financiera mundial, los conflictos en Tierra Santa y África y la situación de “la pequeña grey” de cristianos en Irak.
“Por momentos está sujeta a la violencia y a la injusticia, pero sigue dispuesta a aportar su propia contribución”, afirmó.