Por: Natalia Feeney
Esbelta. Morena o rubia, a veces tierna, siempre bella.
Es que no habían palabras que expliquen cómo era ella.
Tenía una boca tibia que curaba cualquier herida y una mirada dulce que se perdía entre las nubes.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
No existe razón que entendiera la inmensidad de su amor y cuando se ocultaba el sol yo nunca tuve miedo porque su amor era lo más cercano a la luz del cielo
Era un suicidio de trapecista no desear colgarse de sus costillas.
Yo conquistaba el mundo cuando me besaba, sus tibios labios purificaban mi alma
Como hacerte comprender lo que se vive debajo de esa piel cuando un día cualquiera te acobija debajo de ella y de repente te sientes superior a las estrellas.
Le daba sentido a mis latidos cuando me besaba el alma con la ternura de un ángel, con la certeza de un grito.
Me sentía como un niño perdido en primavera, ella acababa con cualquier pena.
Tenía unas manos que delataban sus años de trabajo, esas mismas manos que me protegían de una bala o de la suave brisa, ella conocía mis lágrimas y las transformaba en sonrisas.
Sobrenatural
Caía una cortina de brillos cuando se amarraba el cabello, como si el mundo entero dependiera de ese preciso momento, como si no fuera ella la razón del descubrimiento de este mundo nuevo.
Cada mañana se despertaba más extraordinaria que siempre es que no había nadie que me haga sentir lo que ella causaba en mi cuando me peinaba las pestañas y me preparaba para nuevas batallas.
Habite por 9 meses en un pedazo de cielo que tenia de reina a la dueña de mis sueños. Sentía su amor inmenso que aun sin conocerme aseguraba que habitaba lo más hermoso en su vientre.
Maravillosa, loca, astuta esa dama la de la piel color de luna. Esa mujer fuerte que gana las batallas y luego se unta la mano con mermelada, esa es mi madre, esa joven eterna, esa anciana que hace que mis días valga la pena.
Te amo siempre será poco y las gracias nunca alcanzara pero vengo con las manos vacías a decirle al universo que yo tengo a la mejor mamá.