Las autonomías y los árbitros electorales


Róger Cortez HurtadorogerCuando se trata de la historia, una vez que se decide remontar el plano de la agitación noticiosa y las anécdotas, para investigar seriamente lo que verdaderamente ha pasado, es fácil toparse con sorpresas. Eso es lo que pasa con el desenvolvimiento de las demandas autonómicas en nuestro país.Los hechos muestran, a contrapelo de explicaciones interesadas, que el presunto choque entre el autonomismo suroriental, contra el centralismo occidental en el tiempo del proceso constituyente, es creatura de un coyunturalismo extremo y mucho aderezo sensacionalista.Lo cierto es que en 2006, cuando se eligieron asambleístas constituyentes y, simultáneamente se respondió a la pregunta:“¿Está usted de acuerdo (…), en dar a la Asamblea Constituyente el mandato vinculante para establecer un régimen de autonomía departamental, aplicable (…), en los departamentos donde este referéndum tenga mayoría (…)?” la controversia se centraba en si se imponían condiciones a la Asamblea Constituyente, antes que en definirse por la autonomía.Respondieron favorablemente, en ese entonces: 466.826 votos (71,1%) en Santa Cruz; 74.059 (73,83%) en Beni; 82.972 (73,83%) en Tarija y 11.401 (57,68%) en Pando. En los demás, el no obtuvo porcentajes próximos al 70%.En 2009, cuando la pregunta consultaba: “¿Está usted de acuerdo que su departamento ingrese al régimen de la autonomía departamental (…), constituyéndose un gobierno autónomo departamental (…)?”, el Sí se impuso en los cinco departamentos. En La Paz con 1. 049.044 (78,42%), en Cochabamba con 80,34%, en Chuquisaca 84,63%, en Potosí 81%, en Oruro 75%.En ninguno de esos casos hubo campaña que promueva la autonomía ni en su contra. De ahí, que los resultados muestran la intensidad de los anhelos y convicciones favorables a una radical descentralización, al uso consensuado de los recursos propios, al autogobierno con transparencia y rendición de cuentas. El artificial enfrentamiento de las agendas de “octubre y enero”, queda reducido a la proporción de choques entre cúpulas, infladas en la guerra de los medios de difusión.El ganador de la Gobernación de La Paz, este último 29 de marzo, entendió y recuperó el sentimiento autonomista del departamento y con ese mensaje central obtuvo casi 2/3 de los votos. La falta de organicidad territorial de la coalición que lo postuló determinó que su representación en la Asamblea departamental se reduzca notoriamente. Los votos por la Alcaldía de la ciudad de La Paz tienen una orientación y carga idéntica, ya que aun cuando la fórmula triunfadora no apuntaló en su propuesta el eje autonómico, sí lo hicieron los votantes al resistir la enorme y sostenida presión y amenazas del Gobierno para que se elija al candidato oficialista.El mandato autonomista no sólo en La Paz, sino de los otros departamentos que se aprestan a votar por la vigencia de sus estatutos, enfrenta serios problemas porque tales estatutos, lejos de reflejar esa voluntad, han sido elaborados bajo directa influencia de la visión centralista, y vertical de asambleístas pro gubernamentales, preocupados por retacear y minimizar la autonomía.El gobernador electo de La Paz ha hecho notar que la aprobación del estatuto, tal como ha sido redactado, sin amplia consulta y menos deliberación todavía, tendrá efectos restrictivos, anti autonómicos y por eso se plantea o reformularlos, o postergar el referendo hasta que se reformen con la mayor participación. La situación se hace más difícil para la autonomía, porque pese al consenso de que es necesario renovar a los tribunales electorales, tanto como a la legislación que rige ese campo, es dudoso que se lo pueda hacer oportunamente.Si no se alcanza a lograr la postergación del referendo, habrá que trabajar para que la corriente autonomista rechace este proyecto y prepare un nuevo estatuto verdaderamente autonómico. Si se llega a ese extremo será necesario aunar fuerzas para lograr que se entienda que el camino autonómico pasa hoy por descartar el estatuto oficialista y elaborar su alternativa con la más alta deliberación y participación posibles.Los Tiempos – Cochabamba