Hacen lo mismo con otra fachada

El discurso oficialista va asumiendo la conducta característica de los partidos populistas que con el ejercicio cotidiano del poder devienen en autoritarios. No solo eso. Abandonan también su perorata en el que expresaban que ellos eran el símbolo de una nueva etapa, la expresión de un nuevo estilo de hacer política y adoptan los mismos métodos y procedimientos que antes criticaban.

image El candidato a la gobernación de Santa Cruz, Jerjes Justiniano (foto El Día)

Es frecuente que los dirigentes del MAS se refieran en sus discursos a los “partidos tradicionales”, a los cuales sindicaban de ser el origen de todos los males, pero hoy, sin que sorprenda a quienes saben separar la paja del trigo, en realidad no solo están recuperando las prácticas de esos “partidos tradicionales”, sino también a sus propios militantes.



Los candidatos a prefectos y alcaldes que está designando a dedo Evo Morales y a despecho de las “organizaciones sociales” a nombre de las cuales dice actuar, expresan no solo la corrupción que identifican como una característica del pasado y del sistema neoliberal, sino también al transfugio más descarado.

Una breve repasada por los candidatos designados hasta la fecha llevan a esa constatación. En el departamento de Pando, el candidato de Evo a la prefectura es Luis Adolfo Flores, de conocida militancia mirista en el pasado. La candidata a alcalde es Ana Lucia Reis Melena, quien fue diputada por el MNR durante el periodo presidencial de Gonzalo Sánchez de Lozada y el 26 de noviembre tuvo que renunciar al cargo para evitar ser procesada por la Comisión de Etica de la Cámara de Diputados. Ocurre que fue nuevamente postulada por el MAS.

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El caso de Roberto Fernández es simplemente patético. Incursionó en la política de la mano de su padre. Mejor dicho gracias al dinero de su padre, Max Fernández. Su incursión puede ser considerada de todo menos ejemplar. El transfugio fue su característica. Entre el 2000 y el 2004 estuvo aliado con Tuto Quiroga y fue candidato a senador con Unidad Nacional el 2005.

Al presentarlo Evo Morales remarcó que la razón para designarlo como candidato radica en la amistad que los une. En este caso, la palabra de las tan mentadas “organizaciones sociales” viene sobrando.

De Jerjes Justiniano, si bien siempre se identificó con la izquierda, no se puede pasar por alto de que se trata de un comodín mediante el cual el MAS se quiere lavar la cara y mostrar una imagen del “cambio revolucionario” que cada vez es más discutible, sobre todo cuando ahora el propio Jerjes también esta a la caza de ex militantes de partidos «tradicionales» para sumarlos a su candidatura.

La referencia , uno por uno, a todos los candidatos del MAS tomaría mucho espacio ya que de una mayoría hay mucho que decir y no precisamente nada bueno. Sin embargo vale la pena resaltar la forma en la que el MAS y concretamente Evo Morales, tienen un discurso y una práctica evidentemente contradictorias. Esto es: dicen una cosa y hacen exactamente lo contrario por aquello de que el fin justifica los medios.

Evo resalta el papel de las “organizaciones sociales” pero en los hechos les niega toda capacidad de decisión real. Lo único que vale es su voluntad elevada a la categoría de argumento supremo.

Por otra parte, son cada vez menos creíbles sus ataques a los “partidos tradicionales”. El MAS no solo ha adoptado las prácticas de estos sino que también está recibiendo de estos una buena cantidad de refuerzos que le ayudan a suplir la crónica ausencia de cuadros en su propio partido.

En realidad Morales nunca se preocupó por formar cuadros capacitados en su partido. Con que le sean incondicionales le es más que suficiente. Además sabe que en el país de los ciegos reina el tuerto.