La muerte de Ayar Quispe, cuyo cuerpo apareció brutalmente golpeado en una plaza de El Alto, y las sospechas del Mallku de que su hijo fue asesinado por escribir libros donde cuestionaba al vicepresidente Álvaro García Linera, son un poderoso síntoma del grado de virulencia al que han llegado las tensiones entre los ex integrantes del Ejército Guerrillero Túpac Katari (EGTK).Tanto Felipe Quispe como el segundo mandatario formaron parte de la banda terrorista, que se alzó en armas en plena democracia cometiendo diversos atentados, entre ellos el robo de los salarios en la universidad pública de Cochabamba, por un monto de medio millón de dólares.Ambos compartieron prisión tiempo más tarde y tras su liberación fueron parte de la violenta insurrección de octubre de 2003, que según testimonio del propio Mallku fue planificada y contó con la “activación de los cuadros del EGTK”, en un esquema que incluía el intento de asesinato del entonces ministro de defensa, Carlos Sánchez Berzaín.Más adelante sus caminos se bifurcaron, ya que García Linera adoptó el más crudo pragmatismo, aliándose con el sindicalismo autoritario de Evo Morales y con el proyecto continental de Hugo Chávez, mientras que Quispe permaneció en la más pura ortodoxia indianista-katarista.En estas últimas coordenadas ideológicas se situaba igualmente el fallecido Ayar, un activista que interpelaba frecuentemente al vice desde los foros de la Universidad Pública de El Alto…[email protected]