Los poemas de Emilio Martínez


Marcelo Ostria TrigoMarcelo-Ostria-TrigoVan a hacer cinco años que Emilio Martínez –¡por Dios, cómo pasa el tiempo y cómo se añeja la amistad!– presentó una novela impactante: “Marea Blanca”. Entonces me provocó que pregunte sobre la obra recién nacida: ¿La novela de Martínez es ficción? No, era una premonición que la queríamos –el autor también– que sea fallida; que no podemos aceptar la inevitabilidad de una historia desgarradora, pues se trataba de lo que muerde cuerpos  y almas: la cocaína. Fue –y aún es– un reto.Ahora Emilio nos presenta otro libro; diferente, pero igualmente desafiante: muestra los recovecos de un alma sensible, la del poeta que dice cosas extrañas y cosas ciertas: un “conejo verde” sale de una chistera. Y, luego, nos cuenta que le advirtieron: “El placer con medida, dijiste, / Sí / claro/ por supuesto. / ¿Pero hay otra forma / de conocer la medida / que no sea el exceso?”.“Introducción al Método de la Noche” no es una sucesión de poemas que se nutre del peligroso presente proyectado pavorosamente hacia el futuro. Es, en verdad, el avistamiento del porvenir que ya no es el de la marea blanca, sino el de la conjunción, en armonía con los sentires del poeta, que ríe: “Cualquier poeta lírico / cantaría y entraría en éxtasis / con el vuelo de la abeja que liba / de flor en flor. /¿Qué diferencia habría, digo yo, / con el borracho que va chupando / de bar en bar?”. Que muestra su honda alma: “Un alto laberinto. / Un alto laberinto de soles. / Un alto laberinto de soles que dibuja el rostro de Dios”. Y más: “Con el lobo a mis pies / las montañas cantaron / su filosofía: / el milagro estético / de la naturaleza / como prueba / de la existencia divina”. Que añora mucho y trata de descifrar el arcano de lo venidero.Emilio Martínez nos muestra, con sus poemas, que es bueno seguir leyendo poesía.