La vocación de mártir de la oposición


Existen más que suficientes elementos que podrían hacer presumir también inclinaciones suicidas  en la oposición o por lo menos una actitud auto flagelatoria como mecanismo de redención por algún imperdonable pecado cometido en el pasado. Y no se percatan que ahora el escenario político tiene como  actor principal a un partido cuyas credenciales democráticas son muy discutibles.

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La oposición política en Bolivia ha mostrado rasgos que hacen presumir una marcada vocación masoquista. Le gusta recibir golpes, en realidad se podría decir que hasta los disfruta al punto que siempre parece dispuesta a recibir una mayor dosis. No se trata ya de la actitud cristiana del que pone la otra mejilla, sino de una situación que bordea lo patológico y que denota una severa crisis existencial.



Resulta increíble ver como después de recibir una severa golpiza el 6 de diciembre en realidad está generado todas las condiciones para recibir una nueva pateadura en abril próximo. Hasta resulta muy posible que la oposición alegue que “porque me quiere me aporrea”, asumiendo una actitud idéntica de aquella mujer que ha recibido tantos golpes del marido que ha llegado al punto que esto no solo le parece lo más natural sino que hasta puede  resultarle una expresión de cariño.

Existen más que suficientes elementos que podrían hacer presumir también inclinaciones suicidas  en la oposición o por lo menos una actitud autoflagelatoria como mecanismo de redención por algún imperdonable pecado cometido en el pasado.

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En la actividad política los errores se pagan a muy alto precio, pero el costo de la ingenuidad puede resultar más caro aún. La oposición sigue considerando que los términos son los mismos de hace cuatro años cuando las cosas podían ser resueltas por la vía de un acuerdo y no se percatan que ahora el escenario político tiene como  actor principal a un partido cuyas credenciales democráticas son muy discutibles.

No se requiere ser un agudo analista político para percatarse que el MAS es un partido que está rompiendo sus ataduras  y condicionantes ideológicos para emprender el camino que lo conducirá a tornarse en hegemónico, aunque hay que reconocer que una gran parte de este camino ya ha sido transitado, siempre con la complacencia opositora.

Mientras ello ocurre, la oposición sigue aferrada a las mismas prácticas que se reducen a esa politiquería de campanario, sin mayor visión ni trascendencia. Consideran que todo se reduce a la postulación de una determinada persona que se supone tiene una cierta potencialidad. Naturalmente todos suponen que tienen los atributos necesarios. GUITERASWalter-micrófonos

Esta es la estrategia de la derrota que posibilitará que el MAS no solo tenga el control absoluto de la Asamblea Legislativa sino que también controle todas las prefecturas y alcaldías del país  y lo haga, además, si el menor esfuerzo.

Hay alguien que podría afirmar que los logros obtenidos por el MAS hasta el momento se deben atribuir a una innata habilidad política. Hay que reconocer que algo de eso hay pero, sin embargo, es conveniente remarcar que esta habilidad política del oficialismo, en la actual coyuntura,  viene acompañada de una crónica incapacidad opositora que con su ceguera se empeña en facilitar las cosas a quienes serán sus sepultureros.

No se trata por tanto solo de analizar la forma en que el MAS y Evo Morales se están tornado en los amos indiscutidos y omnipotentes del país. También deberá determinarse la complicidad de quienes están concretando esta labor de sistemático socavamiento de la institucionalidad democrática.