¿Un tribunal imparcial?


Renzo AbruzzeserenzoEl trabajo de las comisiones que hicieron la revisión de las más de 400 postulaciones para el Tribunal Supremo Electoral ha dejado la sensación de que oficialismo y la oposición son capaces de trabajar de forma conciliadora y concertada: se han depurado los expedientes presentados por los postulantes y se ha dado muestras más o menos claras de que hubiera una vocación democrática que permita, finalmente, seleccionar a los mejores aspirantes por encima de las divergencias partidarias. Empero, ¿será posible imaginar semejante renunciamiento por parte del Movimiento Al Socialismo?Si uno medita brevemente en torno a la lógica de poder del partido gobernante y sus principales figuras, el mero sentido común indica que, detrás de estas poses democráticas, se esconde un nuevo ‘zarpazo político’ que replicará bajo rostros nuevos la tristemente célebre ‘banda de los siete’, a despecho de todos nuestros mejores deseos.Y si, efectivamente, el partido de Gobierno decidiera constituir un Tribunal Supremo Electoral imparcial e independiente, todos nuestros artilugios interpretativos se harían añicos y tendríamos que reconocer que el Gobierno sufrió un súbito ataque de honestidad política o nosotros estábamos fuera de toda racionalidad analítica. Los nueve años de Gobierno recomiendan asumir como evidente que no sucedió ni lo uno ni lo otro.La certeza de que el Gobierno se las arreglará de alguna forma para estructurar un Tribunal Supremo Electoral a medida de sus intereses, es la resultante de la aplicación (a veces inconsciente) de un algoritmo lógico de vieja data, según el cual si la premisa es falsa, la conclusión es necesariamente falsa.La experiencia frente al oficialismo aconseja partir de una premisa producto de la experiencia: toda pose democrática del Movimiento Al Socialismo es falsa y, en consecuencia, su actual accionar frente al Tribunal Supremo Electoral también lo será. No es cálculo político, es lógica aristotélica.El Deber – Santa Cruz