Evo: el inmortal

Evo no ha aportado nada y viene aplicado una receta tan vieja como la misma práctica política. Sus denuncias sobre supuestos intentos para atentar contra su vida son permanentes y, en realidad, forman parte de todo un entramado diseñado para mostrar la figura de un sacrificado líder que avanza contra viento y marea para alcanzar su destino.

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Una de las tácticas recurrentes utilizadas por todos aquellos que se creen predestinados es la de inventar oscuras y malvadas conspiraciones en su contra las cuales jamás llegan a concretarse precisamente porque tienen una misión trazada por la providencia que deberá ser cumplida pese a quien pese y no habrá nadie que pueda impedirlo.

En este sentido Evo no ha aportado nada y viene aplicado una receta tan vieja como la misma práctica política. Sus denuncias sobre supuestos intentos para atentar contra su vida son permanentes y, en realidad, forman parte de todo un entramado diseñado para mostrar la figura de un sacrificado líder que avanza contra viento y marea para alcanzar su destino.

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Si nos atenemos a las versiones sobre supuestos atentados que han proporcionado sus colaboradores y el propio Evo, llegaríamos a la conclusión de que ha sido víctima de más intentos frustrados que el propio Fidel Castro.

Como no podía ser de otra manera los estrategas de la imagen de Evo vieron que este es un material que no podía ser descartado en la construcción del perfil del un líder que, dicen, surgió de la nada para erigirse en el redentor de los pueblos indígenas secularmente oprimidos y excluidos.

Es así que encargan a una periodista argentina, Stella Caroni, la elaboración de un libro que recopile todos los supuestos intentos homicidas en contra de Evo Morales. El producto final titulado “Evo en la mira: la CIA y la DEA en Bolivia” y entregado en medio de una gran parafernalia en Cochabamba.

Se trata de un producto delirante que muy bien podría ser incluido en una antología de la imaginación desbordada. Pareciera que desde chiquito todos se la agarraron con Evo y buscaron hacerle la vida a cuadritos.

Pero fue cuando Evo se hizo cargo de la dirección de las federaciones de cocaleros que se la tomaron en serio y no reparaban en métodos para borrarlo del mapa. Si nos atenemos a los relatos los supuestos conspiradores contra la vida de Evo eran unos brutos de campeonato y no debería sorprendernos que todos sus intentos hayan fracasado.

En la presentación del libro, el propio Evo relató uno de los supuestos intentos en su contra. Resulta que un buen día los miembros de la “Fuerza Expedicionaria”, como se denominó en un tiempo a los grupos encargados de la erradicación de coca, decidieron que había que darle el boleto para el otro mundo y no imaginaron nada mejor que bloquear una de las sendas con troncos de árboles en los que habían ocultado los llamados “cazabobos”, que estallarían al intentar despejar el camino.

No contaban con la astucia de Evo que ese día decidió no pasar por ahí y entonces los que resultaron heridos fueron los efectivos de la Unidad Móvil de Patrullaje Rural (Umopar). Es evidente por donde va la mano. Resulta que no solo se quería atentar contra la vida de Evo sino que los muertos durante la erradicación de cultivos de coca y la lucha contra el narcotráfico fueron a causa de la acción de los mismos efectivos antidroga.

Evo siempre salía incólume y los malvados conspiradores eran víctimas de sus propias maquinaciones, como ocurre en las telenovelas.

Como en anteriores ocasiones, se trata de construir la imagen de un Evo que se sobrepone a todas las desventuras y se yergue, impávido, para continuar su tarea de titanes. Por supuesto en el libraco no se menciona, ni de pasada, las muertes de decenas de conscriptos y oficiales de las fuerzas antidroga, algunas ocurridas en forma horrenda como es el caso de los esposos Andrade.

En el libro se tiene el buen tino de no mencionar otros casos inventados por el ministro de Gobierno, Alfredo Rada, como aquel de los dos muchachos que supuestamente quisieron atentar contra Evo en Santa Cruz utilizando un fusil Mauser sin percutor y desde tres kilómetros de distancia.

En suma, continúa la construcción de la mítica imagen de Evo que de niño sufrió los avatares de la pobreza pero que recogió el llamado de sus ancestros para reivindicar a los suyos y a la hoja de coca aún a costa de poner su vida en peligro. Si tomamos en cuenta en la infinidad de los atentados que supuestamente sufrió saliendo ileso, podemos suponer que el próximo paso será proclamarlo inmortal.