Rolando Tellería A.*Ingresando a la semana 13, todavía no se vislumbra salida alguna a la profunda crisis que generó, en la Universidad Mayor de San Simón, la Resolución 01/2015 y sus complementarias que titularizan a cerca de 1.300 docentes extraordinarios. La tan cuestionada medida, como enfaticé en una anterior columna, responde esencialmente a intereses y miserables cálculos políticos, en el horizonte de las próximas elecciones para Rector que, dicho sea de paso, están a la vuelta de la esquina, ya que a mediados del próximo mes, automáticamente, el actual Rector concluye su accidentada gestión. En los cálculos oficialistas ni en sus más remotas elucubraciones, aunque jugaron al desgaste, se imaginaron semejante prolongación del conflicto.No se puede olvidar que, en un principio, la instrumentalización de la legítima demanda de los docentes extraordinarios, fue hábilmente abanderada por los ejecutivos de la Federación Universitaria Docente (FUD), encontrado, en ese momento, su mayor oposición, no precisamente en la Federación Universitaria Local (FUL), sino, más bien, en la administración oficialista.Incluso, estos últimos, coartaron la posibilidad de reconocer los derechos constitucionalizados de los docentes extraordinarios, planteados en un Recurso de Amparo por un docente de la Facultad de Economía. El tema, entonces, siguiendo la lógica de los miserables cálculos políticos, pasaba en quien se adjudicaba la medida: los oficialistas con su anunciado candidato a Rector, o, la dirigencia de la FUD, a la cabeza de su principal ejecutivo. Ahí reside, políticamente, el fondo del conflicto. Ambos bloques, de cara a las próximas elecciones, se disputaban, palmo a palmo, la instrumentalización de esa legítima demanda.En ese camino, entonces, el bloque oficialista, al aprobar en Consejo Universitario la mencionada resolución, logra adjudicarse la medida. Luego, incluso, sin disimulo, festejó por adelantado la eventualidad de reproducirse en el poder, por la posibilidad electoral que le brindaba esta disposición.Sin embargo, nunca previeron la radical oposición, no de los estudiantes en general, sino, fundamentalmente, del grupo de dirigentes trotskistas incrustados, por largos años en la dirigencia de la FUL. El conflicto, al margen de dotarles de un gran discurso, les ha propiciado el mejor escenario para reflotar, robustecerse y disputar las próximas elecciones con bloque propio. Está claro que aspiran al poder total. Todas sus acciones, están dirigidas a esa posibilidad. A ellos, al igual que a los otros dos bandos, no les interesa la academia, persiguen –a su estilo, para seguir medrando– el control total del poder universitario.Hace rato que en la UMSS, no gobiernan los intereses académicos, desafortunadamente estos pasan a segundo plano cuando está en disputa el poder universitario. La prebenda, el patrimonialismo y el clientelismo es moneda corriente en todos sus estamentos.Mientras tanto, producto de esta miseria política, tenemos a una institución languidecente, con el prestigio institucional por los suelos, con 70.000 universitarios, enormemente perjudicados. Víctimas también, de esos miserables cálculos políticos, los docentes de base, ordinarios y extraordinarios, en total indefensión, deben soportar lo que se arraigó en el imaginario popular: “Mediocres e incapaces, enemigos del examen”. Es más, a estas alturas, incluso, se está colocado en riesgo la propia estabilidad laboral, cuando los derechos ya estaban constitucionalmente consolidados.*Profesor de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Mayor de San SimónLos Tiempos – Cochabamba