El Senado dependencia del MAS y las FFAA apéndice del Gobierno


Anamar ha reconocido que la ahora Asamblea Legislativa no es nada más que una dependencia del Ejecutivo, que es de Palacio de Gobierno de donde salen las instrucciones que deberán ser minuciosamente cumplidas. Ha reconocido también que el MAS, a pesar de todo su discurso sobre un radical cambio de actitudes respecto del pasado, en los hechos está reeditando las viejas prácticas de los partidos tradicionales.

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Se veía venir pero lo menos que se podía haber pedido a la actual presidenta del Senado, Ana María Romero, es que su claudicación de los principios que dice sostener no hubiera sido tan rápida y de una manera tan descarnada.  Algunos ilusos llegaron a suponer que la presencia de Anamar en la presidencia de la Cámara Alta podía suponer un cierto freno a los ímpetus hegemónicos del MAS, pero es evidente que no es así.



No solo que no está poniendo reparo alguno al avasallamiento de todos los Poderes (ahora Órganos) del Estado, ni de todas instituciones, sino que los justifica de la forma más grotesca acudiendo a argumentos que no dicen muy bien  de su supuesta probidad e integridad personal.

Es claro que uno de los principales objetivos del MAS es convertir a las Fuerzas Armadas en un instrumento totalmente funcional, en una especie de guardia pretoriana al servicio  de una muy poco creíble “revolución cultural”  y de una muy difusa “lucha contra el capitalismo”, aspecto este último que es mencionado por Evo en forma cada vez más frecuente.

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Un paso necesario para alcanzar este objetivo es el control total de la Comisión de las Fuerzas Armadas y Policía en la Asamblea Legislativa, excluyendo de manera absoluta a la oposición. Para Anamar, que reconoció que la instrucción salió del Palacio de Gobierno, esto sería muy normal y dijo que era muy común en el gobierno del MNR.

En primer lugar Anamar ha reconocido que la ahora Asamblea Legislativa no es nada más que una dependencia del Ejecutivo, que es de Palacio de Gobierno de donde salen las instrucciones que deberán ser minuciosamente cumplidas. Ha reconocido también que el MAS, a pesar de todo su discurso sobre un radical cambio de actitudes respecto del pasado, en los hechos está reeditando las viejas prácticas de los partidos tradicionales.

Pero el control absoluto de la Comisión de la Fuerzas Armadas por parte del MAS tiene otras aristas que resultan más que preocupantes. El partido en función de gobierno tiene en mente diseñar una nueva doctrina militar cuyas características ya están comenzando a ser cuestionadas en los cuarteles.

De acuerdo esta doctrina, las Fuerzas Armadas de Bolivia deberán sujetar sus actividades a una hipótesis de conflicto con el imperialismo y el capitalismo y deberá haber una conjunción sus acciones con otras instituciones castrenses del continente que tienen similares objetivos.

En este punto, la mano chavista es más que evidente. Es conocido que el sátrapa venezolano tiene en mente erigirse en un “caudillo bolivariano” que encabece una supuesta lucha de liberación de los pueblos latinoamericanos de la dominación imperialista y es claro que gobierno de Evo Morales está muy dispuesto  a sumarse a este paranoico proyecto.

En esa nueva “doctrina” se asigna también a las “organizaciones sociales” la potestad de intervenir en la formulación de planes de estudio y de capacitación en los institutos militares además de la atribución de vetar el ingreso o la permanencia de algún oficial en la institución.

De lo que se trata, dicen, es de evitar que personas ligadas con familias de tradición militar o ligadas  con la oligarquía,  puedan acceder a puestos de mando.

Además, las “organizaciones sociales” serían consideradas como “grupos de reserva” que podrían actuar en caso de amenaza interna o externa. No se requiere ser muy suspicaz para darse cuenta  cual es el objetivo de esta medida. Estas “organizaciones sociales”, bajo la cobertura de las Fuerzas Armadas, podrían constituirse en organismo de represión ante cualquier actividad opositora.

Hasta ahora, el uso de emblemas como la wiphala dentro de la simbología de la institución castrense había sido resistido por  los oficiales por cuanto no lo consideran parte de sus tradiciones. Sin embargo, a partir de ahora y dado que cada Alto Mando es más obsecuente que el anterior, estos símbolos deberán ser incorporados a los uniformes.

Es más, los militares no solo deberán  jurar obediencia a la Constitución y las leyes sino también lealtad al presidente del Estado Plurinacional, esto es, a Evo Morales.

Se trata ciertamente  de una aventura descabellada que pondrá en peligro no solo la estabilidad institucional sino la propia supervivencia de Bolivia.