Cómo Don Francisco prepara su último sábado


Hoy Sábado Gigante llegará a su fin luego de 53 años. La Tercera acompañó al animador 48 horas antes de uno de los hitos más importantes de su carrera, donde no le teme ni al olvido del público ni a la incertidumbre que lo acecha por primera vez.

Claudio Vergara, Miami 19 de septiembre del 2015
latercera.com

Don Francisco tiene 100 años. Es el año 2040 y el animador vive refugiado en Miami, caminando con bastón y asistido por un robot, mientras recuerda con nostalgia ese 2015 que timbró su jubilación televisiva y el adiós de Sábado Gigante luego de 53 años. La secuencia lógicamente es ficción, pero está escrita: la imaginó el propio animador hace ya mucho tiempo, en 2001, en su autobiografía Entre la espada y la TV, cuando el adiós de su programa estaba muy lejos de sentenciarse y su retiro era un fantasma que aún no merodeaba con frecuencia.El propio Mario Kreutzberger (74) se sorprende con esa predicción casi exacta, con ese ejercicio premonitorio escalofriante: “No me acordaba que lo había escrito. Esto se lo muestro a un rabino amigo que tengo y no lo va a creer. Es increíble, in-cre-í-ble”, repite remarcando las sílabas y mientras ojea el libro sentado en la cafetería del canal Univisión de Miami, su casa televisiva en EE.UU. desde 1986.A tanto llega su sorpresa que, en el mismo momento y mientras se come una masa rellena de queso, telefonea a su esposa Teresa “Temmy” Muchnick: “Aló, Temmy. Mira aquí hay una cuestión increíble.  Estoy viendo mi libro Entre la espada y la TV y dice exactamente lo que está  pasando ahora. Es realmente para que se le caiga el pelo a uno. Cosas que me pasan a mí no más”, le relata el rostro de Canal 13 a su mujer, luego de leerle los párrafos del texto (ver recuadro).Pero ese mañana con el que Don Francisco fantaseó hace casi 15 años es ahora. Esta noche, el chileno estará al frente del último capítulo de Sábado Gigante, espacio que animó por 53 años y cuyo fin abre por primera vez una amplia interrogante en torno a su trayectoria. Un escenario casi ajeno para quizás la única figura de la televisión chilena que jamás miró con inquietud su presente laboral.“No he estado nunca en esa situación, por lo que anticiparme a lo que va a pasar sería una premonición. Lo que yo creo que va a pasar es que voy a intentar buscar una nueva alternativa. ¿Con qué oportunidad? ¿Con qué éxito? Eso no lo sé”, se pregunta Kreutzberger, en una serie de dudas que lo retratan en una vuelta a su origen, cuando era un personaje novato y desconocido ofertando sus proyectos en TV, aunque ya maneja un par de planes: un programa de viajes junto a uno de sus nietos, un espacio de entrevistas políticas y otro donde antiguos participantes de Sábado Gigante vayan con sus hijos o sus nietos a intentar ganar nuevamente el mismo concurso.“Pero también he tenido muy poco tiempo para mí”, ataja Don Francisco. “Mi naturaleza es seguir en las comunicaciones, pero también quiero dedicar más tiempo a mi familia. Voy a intentar hacer más deporte. Todos los días hago gimnasia y camino, antes hacía tenis, pero ya las rodillas se afectaban mucho”.A cambio, hay una preocupación inmediata que no lo atormenta: el paulatino olvido del público, sobre todo para un rostro que, a partir de esta noche, aparecerá de modo mucho menos frecuente tanto en la TV de EE.UU. como en la de Chile, donde la producción sabatina se dejó de emitir hace tres años. “(El olvido de la gente) es una cosa lógica. Y por supuesto, eso va a ocurrir. Si es que vivo muchos años, y estoy muchos años fuera de pantalla, me van a olvidar completamente. Es natural, las cosas son por generaciones. En Chile terminamos de emitir el programa en 2012 ¡y no pasó nada!”, asegura.Sus reflexiones asoman sólo minutos después de recorrer el estudio donde se graba Sábado Gigante en Miami. Un lugar de dimensiones moderadas, idéntico al clásico sitio de Canal 13 donde inmortalizó su leyenda, que esta tarde de jueves 17 de septiembre está vacío y donde sólo caben 220 personas. “Este estudio antes no existía. Se construyó exclusivamente cuando llegamos a Estados Unidos. Ahora lo van a sacar y lo van a equipar para otro programa”, comenta mientras observa las graderías vacías.También es el mismo espacio donde hoy, en el último episodio de Sábado…, el que también transmitirá Canal 13 con poco más de una hora de desfase, llegarán autoridades políticas de Norteamérica, connotadas personalidades televisivas y artistas como Luis Fonsi, Paulina Rubio y Juanes. Los mismos que en las últimas semanas han tildado al chileno de “líder”, “genio de la TV” y “un padre para el espectáculo latino”.“No me siento así, soy una persona común y corriente, y tengo una vida común y corriente”, contrapone, para luego explicar que la ausencia de convidados chilenos -aunque invitaron a Myriam Hernández, pero su agenda no calzaba- es sólo un asunto de mercado: “Aquí los artistas que la gente escucha son otros”, recalca.Y si se trata de vivir una existencia común, Kreutzberger regala algunas secuencias que lo muestran como un hombre sin estridencias. Por la noche del mismo día 17 llega al restaurante Basílico, situado a 10 cuadras de Univisión, donde brinda con vino y se come un pescado acompañado de mariscos junto a varios aliados históricos, como Ximena Casarejos, directora ejecutiva de la Teletón, o un equipo del programa Contacto encabezado por Monserrat Álvarez, quienes mañana emitirán un especial con el fin de Sábado… .Ahí también bromea con el dueño argentino del lugar, lee un mail que le envío Randy Falco, presidente de Univisión (“en 40 años en la TV nunca había visto a nadie con tu energía”, reza parte del texto) y recuerda viejas anécdotas. Cuando es cerca de la medianoche y llega la hora de partir, su auto enfila hacia su residencia en la isla Indian Creek -donde lo esperan hijos y nietos que han venido a la despedida- y recuerda algunos rincones de Miami que ya no existen, como los cines que solía visitar cuando arribó a Norteamérica.“Si quiero llorar en el último capítulo, lo haré, no me voy a contener”, suelta a modo de reflexión. También dice que físicamente ya no está tan capacitado para liderar un programa de entretención y que incluso ha perdido esa rapidez para improvisar que patentó como marca de fábrica. La misma que hoy los chilenos han vuelto a disfrutar en Homenaje gigante, el espacio de Canal 13 con lo mejor de sus días de gloria y que se ha arrojado un rating tan consistente que la propia señal decidió alargarlo. “Aunque eso no es tan así: lo tenemos que conversar primero”, aclara, para luego explicar: “A ese resumen le ha ido bien porque fue la última vez que apareció gente normal en la TV chilena”.Para las generaciones más actuales, la última vez de Don Francisco en la pantalla local guarda relación con una entrevista de mayo donde Michelle Bachelet removió la escena política al contarle que le había solicitado la renuncia a todos sus ministros. “Me sentí muy sorprendido, se me notó en la cara. No me lo esperaba. Reaccioné a algo muy imprevisto”, revela frente al golpe noticioso que, para muchos, demostró su vigencia y su poder innegable a nivel local.“Hoy no soy ni el primero ni el último, sólo soy lo que el público estime que debo ser. Para muchos puedo ser el primero, pero para otros puedo ser un caduco”, lanza sólo un par de horas antes de que, junto a su auto y en plena noche de Miami, se dirija a su residencia para descansar y de seguro planificar la nueva existencia que lo espera a partir de esta noche, en el último de sus sábados realmente gigantes.