Carlos Federico Valverde BravoVoy a coincidir en la idea del vicepresidente acerca de que las regiones/departamentos prefieren un Estado ‘fuerte’ y ‘sólido’; creo que, en realidad, esa es la aspiración de cualquier ciudadano que ve que el territorio patrio es víctima de toma de carreteras, de minas, de ocupación de parques, destrucción de ríos, extrema pobreza, dependencia exagerada de los recursos naturales. Las citadas son la expresión de un Estado ‘débil’, en contraposición con ese Estado ‘fuerte’ que el vicepresidente reconoce como aspiración del ciudadano.Por otra parte, un Estado ‘sólido’ ya hubiera resuelto los problemas de corrupción en el Gobierno, del Fondo Indígena, las barcazas chinas, Papelbol, el tráfico de influencia en la adjudicación de empresas constructoras chinas y ahora también ecuatorianas en desmedro de las empresas nacionales; las nunca aclaradas dudas en los proyectos Mi agua y Evo cumple, los denunciados sobreprecios en las plantas separadoras de líquidos de Río Grande y la petroquímica de Bulo Bulo, el narcotráfico, la falta de transparencia en el informe de drogas, el contrabando, la manipulación del sistema judicial en el llamado ‘caso terrorismo’, el encubrimiento a los fiscales y otros que intervinieron en el mismo. Estas son muestras de un Estado para nada sólido (digamos ‘gaseoso’, en todo caso).En lo que no voy a coincidir con el ‘vice’ es en su idea de que el Gobierno perdió el referendo de los estatutos impuestos porque sus ciudadanos prefieren un sistema ‘centralista’, ya que esa es una visión sesgada y nada coherente; muy por el contrario, estamos frente a una autoridad que no ha entendido el mensaje de las urnas y trata de huir para adelante. Creo que queda claro que no pueden querer un Estado centralista quienes en el referendo de diciembre de 2009 votaron con más del 75% por la opción Sí cuando fueron requeridos acerca de si aceptaban la autonomía para sus departamentos. Votar por el No en los referendos del 20 de septiembre es, precisamente, la confirmación de esa voluntad, es decirle No al centralismo; es querer autonomía autónoma, no dirigida, no con un Estatuto impuesto; es plantearse el reto de discutir, elaborar y aprobar su propia norma autonómica. Creo que no es difícil entenderlo.El Deber – Santa Cruz