Pedro ShimoseEntre las cosas inauditas que ocurren en nuestra tierra inocente y hermosa, hay una que ya no sorprende a nadie: las paradojas de la política antirracista oficial. Una ley prohíbe que un criollo llame indio al indio, pero permite que un indio se llame a sí mismo “indio con plumas”. Recordemos que al difunto coronel Hugo Chávez se le consentía llamar “indio” al secretario de Deportes de la Federación Cocalera del Chapare. A partir de 2006, instalado el líder cocalero en el Palacio Quemado de La Paz, Chávez se pasaba de la raya llamándole “mi indio”, como si Evo Morales fuese su pongo, o sea, su sirviente. Después de 10 años en el poder, Evo Morales acaba de declarar que “un indio con plumas puso en su lugar a Chile” [EL DEBER, 14.10.15]. Como habrán imaginado, el “indio con plumas” es él. ¿Cómo es posible que él solito pueda poner “en su sitio” a un país más poderoso que Bolivia?En el contencioso con Chile sobre una posible salida soberana al mar, hemos sido testigos de un duelo mediático entre dignatarios chilenos y bolivianos. Como si de una justa medieval se tratara, El Caballero del Choqueyapu (Carlos Mesa) se enfrentó a El Caballero del Mapocho (Heraldo Muñoz). El Caballero del Choqueyapu salió airoso del lance inicial, lo cual encendió de celos al poderoso rey de Orinoca. Y para que todo el ayllu se enterase, proclamó que el mérito no es de su súbdito -el “k’ara” Mesa-, sino de “un indio con plumas”.¿De dónde viene el epíteto “indio con plumas”? A finales del siglo XIX, algunos españoles llamaban “indio chorotega” e “indio con plumas” al poeta nicaragüense Rubén Darío, tal como el presidente Evo se autodenomina hoy. Resulta evidente que Evo Morales no es Rubén Darío y que ignora el juego de palabras cuando se refiere a sí mismo como “un indio con plumas”.En el caso de Rubén, el vocablo “pluma” tenía un doble significado. Era una referencia a las plumas de aves y pájaros que lucían los indios americanos como distintivo jerárquico y también una metáfora de la grandeza poética de Rubén Darío que era y sigue siendo una gran “pluma” literaria.El presidente Evo no es evidentemente ni lo uno ni lo otro. En justicia, el fiscal debería aplicarle al presidente la ley sobre racismo y discriminación por llamarse a sí mismo “indio con plumas”. Primero, porque los aimaras, que yo sepa, nunca lucieron plumas. (Los incas sí las lucían, según los grabados de Felipe Guamán Poma de Ayala). Y segundo, porque el presidente Evo no ha escrito todavía su “Marcha triunfal”. Quizás la escriba después del referendo del 21 de febrero. Nunca se sabe. // Madrid, 30.10.2015El Deber – Santa Cruz