


¿Cómo son los tiempos de la noticia?En los días que hay noticia de última hora, eso nos saca de lo que ya está organizado, libreteado, y nos pone a movernos a otro tiempo, y ahí es donde mostramos lo mejor que sabemos hacer, que es reaccionar al breaking news porque nos formamos en esa dinámica.
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Son bomberos apagando incendios.¡Exacto! Ahí todo el mundo se pone las pilas, se distribuye el trabajo, se pone a buscar información, se sienta uno en el set, en fin, empiezan a llamar invitados, a conectarse a las señales, entonces es divertido. A veces uno termina exhausto, pero es lo que siempre quieres hacer.
—A ese trabajo de oficina hay que sumarle muchos viajes. ¡Ah sí, a cada rato! Ya no me pongo nerviosa para hacer la maleta o decidir qué me voy a llevar. Ya sé los zapatos que funcionan, el vestido que no se arruga, en fin, el kit de cosas de baño que siempre está listo. Esa parte la tengo bastante solucionada. Lo que me pone nerviosa es que, claro, como me siento tan relajada, a veces estoy en el avión y digo: “uy, no imprimí tal cosa, uy, no me traje tal anotación”.—Después de 23 años en CNN, ¿cómo ha llegado a definir su oficio?Como un servicio público y como la mejor manera de cambiar el mundo creando conciencia, invitando a los políticos a hacer mejor política, promoviendo el flujo de ideas, la democracia, la tolerancia, la diversidad, poniendo de manifiesto los temas que nos deben preocupar y en los que debemos actuar.—¿Qué es lo más grato de lo que hace?Lo más grato es cuando las cosas que hago tienen repercusión. Cuando la gente me comenta, cuando veo que lo que hago lo publican los medios locales, cuando lo que hago hace noticia, eso me da una gran satisfacción.—¿Y lo más ingrato?Lo ingrato son las horas y las horas que trabajas para que salga un pedacito. Lo ingrato es que atrás hay una logística y unos esfuerzos muy largos, para que al final lo que hiciste, en lo que te esforzaste, ya pasó, salió, se emitió y ya. Es una vorágine para unos segundos al aire.—¿Cree que hoy vive en su estado ideal o falta algo?Mi padre, me falta muchísimo, murió este año. Mi hermano vino el otro día, últimamente viene todos los años. Me dijo: “Patricia, usted tiene la vida ideal, a usted lo único que le falta es la familia”. Claro, yo tengo excelentes amigos acá, obviamente, pero extraño mis amigas del alma de allá, somos como hermanas, si yo pudiera trasladar ese pedazo de mi vida acá, sería la vida ideal… y tener a mi papá.
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¿Y cumplen el pacto de uno siempre en casa?Obviamente, no siempre lo cumplimos porque a veces hay un breaking news que uno no puede pactar. Hay otro sistema que tiene mi marido, que pone sus viajes en un calendario para que yo cuadre los míos, pero nunca lo reviso.
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¿Qué pasa cuando ambos se van?Bueno, cuando ambos nos vamos, estamos muy pendientes de Tadeo, aunque ya es un hombre. A los 17 años yo ya vivía sola en Inglaterra. ¿Me explicó? Yo si le digo a Clara Inés que esté muy pendiente, la señora que me ayuda con los hijos, pero ya no tanto porque una se me fue y el otro ya es un hombre hecho y derecho. Ahora se encarga de la cocina, el mercado, de llevarme las cosas a la lavandería. Las cosas básicas de la casa.
—Y en lo económico ¿tienen algún acuerdo con su marido?Él va a sus bancos y yo voy a los míos. (Suelta una carcajada).—En la parte bancaria, cada uno por su lado.Independientes.—¿Quién da los permisos en su casa?Aquí hay acuerdos clarísimos desde hace mucho tiempo (sonríe) y los respetamos, excepto a la hora de los permisos a los hijos. En ese punto tenemos una falla. Ese acuerdo nos faltó hacerlo. Mi marido es más permisivo con mis hijos, yo soy mucho más templada.—¡Santandereana!Claro, la mala del paseo siempre es la mamá. Eso nos ha generado fricción. Especialmente con Tabatha, que es de un carácter muy fuerte. Entonces ahí nos tocó aprender sobre la marcha y ponernos de acuerdo, porque ya con Tadeo aprendimos la lección. Y cuando me voy de viaje, me pierdo esas decisiones. ¿Me explico? Por esas cosas no me gusta irme tanto.—Le meten goles.Todos.—
El último.El último fue anoche: “¿mami, puedo invitar a unos amigos a la casa del lago? ¿Y puedo invitar amigas?”. Yo miro a Miguel. Obviamente, las niñas van a dormir en una pieza y los niños en otra, pero yo miraba a Miguel a ver si realmente él metía la cucharada, para que no fuera yo siempre la que pone las reglas. Quería entrarlo a la conversación y no, eso fue anoche.
—¿En qué lago tiene casa?En el lago Oconee, es una casita de descanso, a hora y media de acá.“En mi casa se habla español”En el día a día en su casa ¿qué es lo más importante en la mañana?Lo más importante cuando me levanto es asegurarme que estoy sentada mientras Tadeo desayuna, antes de que se vaya al colegio, porque, como ahora él maneja, ya no lo llevo. Está en último año de colegio, es un Senior.—¿Qué edad tiene Tadeo?Tiene 17 y mi prioridad es acompañarlo y desayunar bien. Cuando Tadeo se va para el colegio con su mochila, yo estoy en la mitad del desayuno porque aprendí los beneficios de desayunar abundante. Eso me permite dejar de picar durante el día y mantenerme en un régimen de comidas más organizado, sin tanta ansiedad.—¿Y su otra hija, Tabatha?Tabatha está en la universidad, en California. Ya salió de la casa hace dos años y medio. Está en la Universidad de California (UCLA), es una mujer independiente, segura, perfeccionista, muy brillante.—Y el año entrante ¿qué va a hacer cuando se vaya su otro hijo?¡Ay sí, no sé! Porque cuando se fue Tabatha dije: “no me va a dar tan duro, porque como yo viajo tanto y ella también”. Pero sí. No sé, me dedicaré a practicar golf más seguido. El club lo tengo aquí a tres cuadras.—En su casa, ¿qué idioma se habla?Español, solamente. Esa es una ley y por eso mis hijos hablan un español sin acento y tienen una gramática maravillosa. Si se van a Latinoamérica nadie sabe que crecieron en este país, porque esa fue una determinación que cumplimos al pie de la letra. Cuando ellos contestaban en inglés, Miguel y yo decíamos: “no te entiendo, realmente, no te entiendo”.—¿Cuál es la conexión de sus hijos, Tabatha y Tadeo, con Colombia?Les encanta. Por ejemplo, nos vamos a pasar a Navidad en Colombia con la abuela. Tabatha no va a ir porque tiene un viaje con una amiga a Europa. Pero en marzo va y ya tiene sus tiquetes. Les encanta ir a Colombia por la calidez humana.—¿Algún día vivirían en Colombia? ¿Han hablado de ese tema?Sí hemos hablado, y no les parece mala idea. Ahí un poco lo que les preocupa es la seguridad. Les molesta que cuando van a Colombia, mi mamá es: “no, Tabatha, quítate esto, ponle seguro a la puerta, cierra la ventanilla”. Claro, ellos no están acostumbrados, ellos no saben del peligro. Yo creo que ellos son de aquí, pero no me sorprendería que un día dijeran: “me quiero ir a vivir a Latinoamérica”.
¿Cómo lo va a titular?No lo tengo decidido, pero el que más me gusta es ¿Y por qué no? Es un poco esa actitud de desafío: ¿por qué no se pueden hacer las cosas de un modo diferente?
—“Volver a Colombia siempre es una opción”, es un entrecomillado suyo. Cuando dice eso, ¿en qué está pensando?En medios, en familia, en negocios, en amigos, en el retiro, en el disfrute, en la alegría, en la calidez, en la amistad.—
¿Qué se imagina haciendo en Colombia?Yo me imagino haciendo algo de contenidos periodísticos, que es lo que he hecho durante la última parte de mi vida, pero me veo haciéndolo de una manera más libre. No me veo cumpliendo un horario y estando detrás de la noticia, en esta intensidad de hoy, aunque sí me veo más en Latinoamérica, pero a lo largo y ancho de la región. Me veo haciendo cosas en varios países, bien sea porque estoy produciendo contenidos o porque estoy dando charlas, así que Colombia puede ser una buena base o Estados Unidos. Yo creo que la vida perfecta para mí, sería mitad del año en Latinoamérica, léase Colombia prioritariamente, y mitad del año en Estados Unidos.
—Algo que valore de Colombia o de los colombianos.La capacidad y el talento de los colombianos. En cualquier terreno de juego, los colombianos podemos competir al mismo nivel que cualquier extranjero. Lo que pasa es que, a veces, ese talento, esa creatividad y ese profesionalismo, lo desperdiciamos porque no hay un andamiaje que lo ponga a funcionar para donde es.—¿Y algo que quisiera quitarle al país? Un defecto.Le quitaría la malicia criolla, porque está mal empleada. Eso no nos deja crecer como sociedad. No nos deja ser cívicos, no nos deja ser responsables con el otro, no nos deja pensar en conjunto. Por eso digo que somos valiosísimos, pero como nos creemos muy vivos, no respetamos las reglas y las violamos. Yo creo que eso nos frena porque cada uno tira para su lado. Creo que tenemos que pensar más en comunidad.
¿Y qué pasó?Raúl me hizo el enlace y me recibió Jorge Ramos, el presentador. Jorge me hizo el tour, me presentó a Luis Calle, que ahora está con Caracol, pero en esa época estaba allá, y me presentó al director de noticias. Y Jorge fue el que me dijo: “aquí ahorita no hay ninguna vacante Patricia, pero en el noticiero local nuestro de Los Ángeles, en este momento están buscando a una presentadora”. Mandé la hoja de vida a quien me dijo, me llamaron a una prueba y a los dos días me dijeron: “¡te queremos contratar!”.
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Todo parece un cuento.La vida se me solucionó a una velocidad que ni Miguel ni yo esperábamos. Es que, además, cuando me ofrecieron lo de Univisión, necesitaba sacar la visa de trabajo, en plena guerra narcoterrorista, Pablo Escobar, etc. “Olvídate”, pensé, se va a tardar un año. ¡Y la visa salió en dos días! Desde el momento en que el abogado entregó los papeles, a los dos días me llamó Miguel para decirme: “ya está tu visa aprobada”. ¡Yo no lo podía creer!
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¿Consiguió puesto antes de casarse?Antes de casarme. Me acuerdo que al hacer la prueba yo me iba esa noche o al día siguiente. El caso es que yo llegué al noticiero Criptón, me acuerdo, el viernes porque tenía que presentar el noticiero del sábado, y el domingo me llamaron a ofrecerme el trabajo. Me querían en 15 días, y yo dije “no, no puedo en 15 días, me muero de la pena”. Me tardé tres meses y me esperaron y esa fue la casualidad. Porque si los estudios de Univisión no hubiesen estado cerca de Miguel, por ahí me voy a estudiar Ciencias Políticas.
“Tengo doble nacionalidad”¿En dónde estudió Comunicación y Periodismo?En La Sabana.Hay unos estudios en Dibujo Arquitectónico por ahí que no me cuadran, ¿eso cuándo fue?Antes. Yo estudié una carrera corta de Dibujo Arquitectónico en La Tadeo. Al mismo tiempo que estaba haciendo mi tesis, participé en el Reinado de Belleza, en Cartagena. Ese año, ese último semestre, yo estaba haciendo tesis, trasnochándome.—¿Y alcanzó a trabajar en dibujo arquitectónico?Sí, alcancé a trabajar para una empresa que diseñaba muebles de oficina abierta. Cuando los clientes venían, yo iba y les tomaba medidas a las oficinas, para volverles a rediseñar porque estaban comprando nuevos muebles. Alcancé a trabajar en eso. Pero desde que me ven y me oyen en el reinado comenzaron a aparecer las ofertas de trabajo, y cuando ya entré a trabajar a Pase la Tarde, en Caracol Radio, ahí terminó todo.—¿Y qué hizo?No podía trabajar porque no tenía licencia de locución. Entonces me matriculé en una Escuela de Locución, La Academia Arco, y después en el Colegio Superior de Telecomunicaciones. Ahí estuve como un año, hice el examen y me dieron la licencia de locución y ahí sí podía trabajar en radio y en televisión. Después pensé: “caramba, si a mí me gusta esto, pues me voy a matricular en una universidad, porque esto no tiene mucho sentido y más viniendo del Reinado, entonces la demás gente va a decir: “que estoy ahí por bonita y no sé qué más cosas”. Pregunté cuál era la mejor Facultad de Comunicación y me acuerdo que Ignacio Greiffenstein me recomendó La Sabana.—¿Por qué le dió por estudiar primero dibujo arquitectónico?Me encantaba, era mi sueño. Yo, de chiquita, en lugar de jugar con las muñecas, cogía las revistas y cortaba salas, comedores, cocinas, y hacía álbumes con todo eso. Las cosas de decoración me fascinaron toda la vida. Siempre quise estudiar decoración y diseño de interiores. Mi papá, cuando yo le dije, me replicó así, textual: “Patricia, tú estás para mucho más en la vida”, con el perdón de los decoradores. Y yo le dije: “no papi, es que voy a ser escenógrafa de teatro y de cine, y me voy a especializar en Los Ángeles”. Mi sueño, fíjate, era terminar en Los Ángeles.—¿De dónde viene su atracción por las escenógrafías?Porque yo venía de Argentina, donde veía estas obras de teatro y estas puestas en escena espectaculares, y tú veías en Colombia El Show de las Estrellas, y yo decía: “no, no, no hay derecho que nos veamos tan pobres”. Me veía detrás de bambalinas, pero con una cosa que tuviera impacto. Mi plan inicial era ése. Cuando ya vi que mi carrera se fue a los medios, me empezó a encantar esto del periodismo y me lo tomé en serio.—Hija de los argentinos Roberto Pablo Janiot y Zunilda Martirena. ¿Tiene nacionalidad argentina y colombiana?No, tengo nacionalidad colombiana y estadounidense.—¿Qué tiene de argentina Ángela Patricia Janiot?Yo creo que tengo mucho de Argentina, o sea, disfruto la comida argentina, disfruto la música, a mi el tango me encanta. Creo que de Argentina tengo un poco la nostalgia de los argentinos. Yo lloro con una facilidad. Así como me ves de fuerte, hay cosas que me derrumban inmediatamente. Yo voy a las películas y lloro, como que me hago un mundo ideal, y me preocupo más de la cuenta.“Me encanta incomodar”
¿Mito o realidad que la mujer santandereana es de armas tomar, decidida, autoritaria?No, es real. No todas. Hay excepciones. La mujer santandereana es de armas tomar. Fuimos las precursoras de la Independencia, del movimiento independentista revolucionario comunero en Colombia.
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¿Qué tiene de santandereana?No, la verraquera. Soy muy frentera, digo lo que pienso. Eso de ser políticamente correcta, me ha costado un montón. He aprendido, pero ahora me estoy dando la libertad para decir realmente lo que pienso.
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¿Algún suceso donde se le haya salido este santandereano cero diplomático, y le haya puesto en problemas?¿Con los que he entrevistado? Sí: Uribe, Menem, Fox, Pinochet. Ha habido incidentes porque inclusive desde el Colegio de la Santísima Trinidad de Bucaramanga yo era terrible, me enfrentaba a los profesores, era muy contestataria. Digamos que ese tono lo he aplicado un poco en las entrevistas, y a veces a los presidentes no les cae bien, porque no están muy acostumbrados a que los cuestionen directamente.
—¿Qué le han dicho? ¿Cómo reaccionan?“¿Esto qué es? ¿Un juicio? ¿Un ataque? Esto tiene una opinión sesgada, acompañen a la señora a la salida (suelta una carcajada).—En el fondo le gusta incomodar. Me encanta (sonríe). Mi papá me decía: “tú, como siempre, armando quilombo por todos lados”. Me encanta sacar a la gente del status quo, de la zona de confort, ¡lo disfruto! Tengo esa capacidad de tener una discusión fuertísima contigo y a los cinco minutos ¡pum! Lo que sigue. No, no me tomo las cosas muy personal, para nada.—En su lista de trabajos inolvidables, ¿una entrevista para toda la vida?La mejor entrevista que hice fue a Pinochet. Eso lo digo siempre, porque tuve tiempo para prepararla; porque, como buen general, contesta lo que uno le pregunta, porque tuvimos una hora y media para hablar con él y porque fue una entrevista muy fuerte en un momento crítico del país. Nos generó amenazas, en fin, de aquí y de allá. Esa para mí fue una entrevista ideal. Seis meses antes me dieron la fecha, la hora, el lugar; imagínate, seis meses antes lo que uno alcanza a preparar. A pesar de lo duro que fue el cuestionario, el tipo estuvo en disposición, fue increíble.—¿A qué llegó con Pinochet?Me dijo: “en un país de 16 millones de personas, que hayan muerto dos mil personas, eso no es nada”. Ahí quedó el dictador.“Mi papá era un filósofo”Saltemos a sus papás, ¿cuál era la gran pasión de su papá?La gran pasión de mi papá era su familia, el fútbol, sus proyectos, sus negocios…—
¡Y su restaurante!¡Exacto! La Carrreta era su gran pasión. Y como hobby el cine. Era un tipo que te repetía diálogos y lloraba contándote la película. Le gustaba mucho el cine europeo. Mi abuelo era el gerente de un complejo de cines, entonces mi papá creció yendo al cine gratis. Me daba risa cuando llegaban mis hijos y le oían la pronunciación de los actores en inglés, ellos se morían de la risa porque, obviamente, pronunciaba el inglés mal.
—¿Y la pasión de su mamá?Sus hijos. Es una mujer que no se le escapa un detalle. Es una planificadora espectacular.—
¿Cuáles son las charlas que extraña con su papá?Mi papá me decía: “yo ya estoy más cerca del arpa, que de la guitarra”. Hablábamos de la vida, mi papá era un filósofo, mi papá era un tipo que te enriquecía la existencia. En un momento hablábamos de la muerte porque él no le tenía miedo a la muerte. Mi papá decía: “yo creo que debe ser fabuloso morirse, saber que uno se va a encontrar con todos los familiares que murieron. Porque si no cabemos todos en la otra vida, este universo tan grande es un desperdicio de espacio”.
—¿Hablaba con su papá sobre su trabajo? ¿Él la veía en televisión? ¿Algún comentario inolvidable?Él dijo una vez: “el día que saliste por primera vez en CNN, que te pudimos ver, la casa estaba llena de todos tus amigos. Era como si estuviéramos viendo la final de un Mundial de Fútbol. ¡Cómo puede ser posible que uno se acostumbre a las cosas tan especiales que tiene la vida!.. porque esto era una hazaña”.—
Su participación en el Concurso Nacional de Belleza en 1983. ¿Cómo recuerda ese momento en su vida?Muy alegre, si tuviera la oportunidad de hacerlo, lo volvería a hacer. Cuando pienso en una de las mejores fotos que tengo, no es la foto de la portada sino la de adentro con un bikini negro. Había todo un reportaje sobre la Señorita Santander y fue una de las mejores fotos. Inclusive, el fotógrafo decía: “muy pocas reinas aguantan una pose de estas, con las piernas separadas”. Yo estaba parada así, en bikini. Cuando quiero acordarme de los buenos tiempos, me acuerdo de la foto de CROMOS.

¿Qué opina de este comentario del Minicromos de 1983: “Ángela Patricia Janiot tuvo en su haber el récord de demora, una vez que tardó peinándose, mientras el resto de la comitiva se cocinaba dentro de una buseta infame”?Me retratan tal cual porque yo llego tarde a todo. O sea, mi principal defecto es la impuntualidad. No he cambiado.“La vida es para hacer cosas”
Como directora invitada se decidió en esta edición especial por las mujeres con los pies en la tierra. ¿Qué quiere mostrar con ellas?Que a veces las mujeres nos complicamos la vida demasiado porque no tomamos las decisiones correctas. Aprendemos a los totazos, aprendemos a los golpes, con los desafíos que nos pone la vida, pero esas son las mejores enseñanzas. Si hubiera tenido la oportunidad de compartir algunas de esas enseñanzas, me habría ahorrado lamentos, angustias, estrés, y me hubiera podido despejar la mente para tomar decisiones y pasar por la vida mucho más liviana.
—¿Quiere que ellas oigan a otras mujeres que tienen cosas que contar?Pero además que lo que tienen que contar lo podamos utilizar. Yo creo que la vida es para hacer cosas. Yo creo que las mujeres tenemos la obligación de dejar huella. Y la dejamos con nuestras familias, con nuestro trabajo, pero, sobre todo, la tenemos que dejar en nuestra sociedad, en nuestro país. Y creo que, en eso, vamos a hacer un importante aporte en esta revista.—Creadora de Colombianitos, una fundación dedicada a recoger fondos para llevar educación y deporte a los niños y niñas del país. ¿Cuánto tiempo ya?Vamos a cumplir 15 años en el 2016.—¿Cuántos niños y en cuántas ciudades?Son 5.100 niños, en 34 proyectos, 34 programas.—
Ya sabemos lo que usted les da a los niños, pero ellos ¿qué le dan a usted?Me dan la posibilidad de sentir que mi país no es el mismo antes o después de Colombianitos, que realmente estamos transformando comunidades. El día que descubrí Colombianitos, ha sido un cambio radical en mi vida y creo que todo colombiano debe tener dentro de su vida, así como tiene uno que escribir un libro, plantar un árbol y tener hijos, debe tener un proyecto de vida social, que le ayude a transformar la vida a alguien que lo necesita. Eso es parte de ser un buen ciudadano y un buen ser humano.
—Feliz cumpleaños atrasado. Cumplió el 2 de octubre. No voy a decir cuántos, pero es una cifra importante.La puedes decir, lo puedes decir.—
¿No le importa?No. Esa es otra cosa que es un mito, que las mujeres no podemos decir la edad porque qué vergüenza que nos vean viejas, si es que todos nos vamos a volver viejos, todos nos vamos a morir, ¿cuál es el problema?
—Son 52. ¿Considera que ya está a mitad de la vida?Espero que me falte llegar a mi mitad de vida. El otro día estábamos comprando un seguro de vida y dependiendo de cuántos años vas a vivir, calculan cuánto tienes que pagar. Entonces me preguntaban: “¿hasta los 98? Y mi respuesta era no. ¿Hasta los 100? No. ¿Hasta 105? No. Y yo le digo: “¡póngale 135!”. Y mi hija, Tabatha, me miraba y me decía: “no mami, ya para qué quiero el seguro”. (Suelta una carcajada).—¿Le mortifica el paso del tiempo?Me mortifica porque no es lo mismo, ya tengo que usar gafas, no tengo la misma energía. Pero es una cosa que tenemos que asumir, yo voy a hacer todo lo posible por verme joven, por vivir la vida de la mejor manera.—Por engañar la cédula…Es algo que ya lo tengo que aceptar. Por más que una persona se someta a una cirugía plástica, eso no va a cambiar, todos tenemos que envejecer, todos tenemos ese final. Voy a llevarlo dignamente, pero no es una cosa que me atormente.—
¿Le gusta verse en los espejos?No me molesta, obviamente, por mi trabajo me toca verme en el espejo, asegurarme de que estoy bien peinada, maquillada, que la falda no me aprieta, es una parte de mi vida.Y en la televisión, ¿le gusta verse después?Eh, sí.
—Ese “sí” suena a “no”.No es que no me guste, es que no lo hago, y cuando me veo es porque quiero verificar algo, generalmente me veo es para criticarme… prefiero mirar hacia adelante.—
Leí en un recorte de prensa que se considera malgeniada ¿verdad o mentira?Es que cuando me pongo de malgenio, realmente, me pongo de malgenio, pero yo no creo que sea una cosa que me caracterice, al contrario, soy una persona divertida, dicharachera. Lo que pasa es que cuando pierdo los estribos…
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…Cuándo pierde los estribos, ¿qué pasa?Subo la voz, gesticulo con las manos, una vez me grabaron, yo dije: (Susurra) ¡Qué vergüenza! ¡Qué vergüenza! Una cosa es subir la voz, otra es subir la voz y manotear, es una cosa que se ve agresiva. Muy fuerte. Son de esas cosas que uno se tiene que ver al espejo y decir: “¿vale la pena?”.
—¿Qué la asusta de Ángela Patricia Janiot?Me asusta acostumbrarme a vivir bueno. Me asusta que por entrar a esa zona de confort, de para qué me mato ¿Me explico? Yo tengo 20 mil proyectos, y vivo así, acelerada siempre, y me bajo de un avión y digo pero para qué me lo tomo tan en serio, por qué todo tiene que ser tan intenso si la vida es para disfrutarla. Entonces me asusta que por sentirme tan cómoda deje de hacer tantas cosas que yo quisiera hacer.Fuente: www.cromos.com.co