Mientras Evo Morales pontificaba en París contra el capitalismo atribuyéndole todos los males ecológicos del planeta, en Bolivia se desecaba el lago Poopó, el segundo más grande del país, sin que su régimen hiciera nada para evitarlo.Esto, a pesar de las reiteradas advertencias realizadas por organizaciones internacionales durante los diez años de gobierno de Morales, las mismas que fueron desoídas por la administración evista.El caso del Poopó nos recuerda sobremanera al del mar de Aral, en el Asia Central, desecado a lo largo de 50 años a causa de las políticas de regadío irracionales de la antigua Unión Soviética.Ambos casos demuestran la falsedad de la premisa que une capitalismo con destrucción ecológica.Lo cierto es que, incluso en materia de gases de invernadero, los países más desarrollados ya han dejado de ser los principales emisores, gracias a su avance hacia tecnologías limpias, mientras que la palma en esa práctica lamentable corresponde ahora a los burócratas del Partido Comunista Chino…[email protected]