Renzo AbruzzesePrácticamente toda la campaña del Sí está basada en los logros económicos que el régimen de Evo Morales alcanzó en la última década. El éxito en términos de políticas económicas puede haberse debido a la bonanza de los precios internacionales, a una administración orientada a una mejor distribución de la riqueza social, a una alianza eficiente con la burguesía nacional o al motivo que mejor se prefiera, pero sin duda sus resultados alcanzaron el conjunto de la sociedad y, en razón de esto, sirven eficientemente para propiciar el voto por el Sí.Sin embargo, el crecimiento económico tiene poco que ver con el referéndum de este mes, pues no estamos votando un eventual cambio de gobierno ni una alteración del modelo económico ni cosa parecida. Las razones para votar por el No se afincan en otro campo discursivo, se localizan más que en los beneficios económicos y el curso de la economía nacional, en el ejercicio de la democracia más allá de la economía.Los ciudadanos no van a detenerse a pensar que, si le niegan su voto a Evo Morales y a Álvaro García Linera, el auge económico se verá trastrocado, finalmente le restan más de cuatro años de Gobierno para seguir haciéndolo bien en el campo de las finanzas. La emergencia de una opinión pública contraria al prorroguismo oficialista se funda en la certeza de que el interés personal de dos ciudadanos no puede doblegar las normas democráticas de todo un país, y de que, aunque la economía hubiera marchado muy bien el último decenio, la moral ciudadana ha sido herida de muerte por un régimen cuyos niveles de corrupción alcanzan grados inimaginables, no experimentados nunca desde la fundación de la República.El Gobierno podrá seguir dilapidando la plata del pueblo en una campaña desenfrenada, pero no podrá borrar de la conciencia de los hombres y mujeres de este país el rosario de escándalos morales, desfalcos y corrupción desenfrenada que rodea al Gobierno de Evo Morales y García Linera.Por ello, con todo el dinero que puedan, es poco probable que gane el Sí: su campaña adolece de algo que el régimen no conoce, moral ciudadana.El Deber – Santa Cruz