Arturo Yáñez CortesUno de los ecos de la victoria del NO MAS ha sido, la reacción del derrotado jefazo de endilgarle parte de su derrota, a sus temibles redes sociales. Apenas quedaron en su mira, no podía faltar alguno de sus diputados que le metió no más un proyecto de ley, planteando 3 nuevos delitos: Violación de los datos personales: cuando el usuario sustrae, intercambia, envía, divulga o modifica información personal con datos hallados en RRSS. Es decir, si posteo en mi muro una foto del lector (información personal): ¡adentro! por 6 meses a 2 años. La afectación a la honra en RRSS: afecta la honra de una persona individual, colectiva, pública o privada y sí se dañó irreparablemente su reputación, el transgresor iría a la sombra por 6 meses a 3 años (su proponente se olvidó de la existencia de los delitos contra en el honor del actual Código Penal, que protegen lo mismo).Finalmente, el otro tipo penal llamado “creación de cuentas falsas con el fin de capturar datos de niños, niñas y adolescentes”, condena a quien diseñe, desarrolle, trafique, venda, ejecute programe o envíe páginas electrónicas, enlaces o páginas emergentes, para contactar y obtener datos. Así, el creador de un buscador que le haga la competencia al Google, iría a dar con sus huesos a algunas de nuestras mazamorras, por 6 meses a 2 años. En este caso, ni el nombre del delito, coincide con su contenido.Pues bien, al margen de aquellos breves comentarios sobre la peculiar propuesta que suma otras de similar calibre realizadas por la pluma de ese legislador, sostengo que lo propuesto es descabellado por ser otro autogol político, impracticable desde lo técnico, además de inconstitucional e inconvencional.Es un autogol político de los muchos que están entrando al arco de los plurinacionales, pues como ha resuelto la Corte Interamericana de DDHH (de forma vinculante también para Bolivia) la libertad de expresión es la piedra angular en la existencia misma de una sociedad democrática, acuñando la doctrina del “estándar de las dos dimensiones” postulando que el contenido de la libertad de expresión no debe vincularse sólo con el aspecto individual del derecho, sino también con su dimensión colectiva o social, pues el art. 13 de la CADH sobre la libertad de pensamiento y expresión “comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole”. Quienes –como todos nosotros- estamos bajo la protección de la Convención Americana tenemos no sólo el derecho y la libertad de expresar nuestro propio pensamiento, lo que alcanza no sólo a informaciones o ideas favorablemente recibidas o consideradas como inofensivas o indiferentes, sino también las que chocan, inquietan u ofenden al estado o una fracción de su población; así como el derecho y la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole.Por tanto, cuando se restringe la libertad de expresión de un individuo, no sólo es su derecho el que se viola, sino también el de todos a “recibir” informaciones e ideas y a conocer la expresión del pensamiento ajeno (nos guste o no). Esto en lo que concierne a lo político y lo convencional.Por otro lado, los expertos deben seguir riéndose de la pretensión de controlar las redes desde la tecnología, bastando contarles, que eso es prácticamente imposible, toda vez que somos tan dependientes tecnológicamente que accedemos a la red de redes a través de Chile y los servidores madre –del FB, del pajarito parlanchín, WhatsApp y otras RRSS- están ubicados en los EEUU de Norteamérica. En todo caso, si a ellos les convendría, los desconectados o controlados, fuéramos nosotros…Finalmente, la propuesta viola hasta su propia Constitución, pues su art. 21 franquea a tod@s como derechos civiles: a expresar y difundir libremente pensamientos u opiniones por cualquier medio de comunicación, de forma oral, escrita o visual, individual o colectiva y, acceder a la información, interpretarla, analizarla y comunicarla libremente, de manera individual o colectiva. El 2012, las NNUU, a través de su Consejo de DDHH, ha reconocido la libertad de expresión en internet, como un derecho humano inalienable. Por todo ello, alguien posteó en su muro: “Las redes sociales no tumban gobiernos… tumban dictadores”. Lo retwité y whatsapé inmediatamente…Correo del Sur – Sucre