’50 sombras de Grey’ es buena: en defensa de una película maltratada


50 sombras de greyEn una entrevista anónima, un votante de los Oscars despreció la canción nominada Earned It, compuesta e interpretada por The Weeknd. «No pienso votar nada relacionado con esa película», rabiaba el académico. Esa película es Cincuenta sombras de Grey y el argumento de este votante es un ejemplo del fenómeno de odio que ha sufrido, injustamente extendido en este caso a una canción que probablemente fuese la mejor de las cinco nominadas. Las críticas a la adaptación del fenómeno literario de E.L. James han sido destructivas y despiadadas, compitiendo entre ellas por ver quién ridiculizaba con más ingenio a las espectadoras de Cincuenta sombras de Grey. La mayoría de esas críticas, no obstante, ignoraron un pequeño detalle que no les convenía para el despliegue de su mordacidad: la película es buena.

Las novelas superventas garantizan una base de fans que traducirá su pasión en millones de dólares recaudados en taquilla. Los estudios de Hollywood lo saben y a menudo dan por hecho ese éxito automático, por lo que ruedan adaptaciones chapuceras y desganadas que no disimulan la falta de interés por ofrecer una buena película. La directora Sam Taylor-Johnson, curtida en el cine independiente británico, se tomó la molestia de retratar una historia de amor tóxica y asfixiante construida mediante giros y revelaciones emocionales. El romance entre Christian y Anastasia, al margen de la perversidad erótico-sentimental que encierra, resulta verosímil gracias a su evolución desarrollada mediante las decisiones de ambos. En ningún momento los giros suceden «porque tiene que ser así», sino que nos muestran las motivaciones de los personajes, en un alarde de respeto hacia el espectador.

La química entre Dakota Johnson y Jaime Dornan oscila entre la parodia (su primer encuentro tiene la sutileza de una película porno de Europa del Este) y la comprensión mutua. Puede que sus deseos nos resulten ajenos, pero la película consigue transmitirlos para que nosotros hagamos con ellos lo que nos parezca bien. Cincuenta sombras de Grey juega picaruela con la golosa anticipación y la complicidad de un público que sabe lo que ha ido a ver y aunque está entregado de antemano espera que le convenzan. El cortejo en helicóptero, la visita guiada a la mazmorra y sobre todo la cachonda (muy cachonda) negociación del contrato, rodada con un vigor que ya le gustaría al 80% del cine indie que se supone que es bueno porque es indie, proponen impetuosos encuentros que abren una puerta más en el laberinto erotico-festivo al que hemos sido invitados comovoyeurs. Y lo más importante: funcionan.



Roger Ebert, uno de los críticos más importantes de la historia del cine, solía reducir su criterio a una sencilla cuestión: ¿la película te engaña?En este caso la respuesta está clara. Cincuenta sombras de Grey es exactamente la película que debe ser, abrazando su lenguaje sin ruborizarse y explotando el encanto de una Dakota Johnson que no considera que este sea un trabajo de segunda, sino su oportunidad para desplegar todo el carisma y picardía que le han dado los genes Griffith. Dakota no intenta convertir a Anastasia Steele en una heroína o un ejemplo de comportamiento sexual, pero tampoco la ridiculiza por dejarse manipular por su novio. Su Anastasia es ingenua, insegura y comete equivocaciones a pesar de su inteligencia, pero gracias a la interpretación de Johnson entendemos el deseo y la curiosidad de la diosa que lleva dentro. Gracias a Dakota, Anastasia no es un juguete sexual con piernas sino una mujer con derecho a meter la pata, entre otras cosas.

«Sin duda hay un público para esta película», lamenta el crítico David Keyes, «pero con suerte ni usted ni yo tendremos que interactuar nunca con ellos». La condescendencia y superioridad moral que pudre la mayoría de críticas hacia la película denota una falta de empatía y una incapacidad para entender al gran público que impide que muchos críticos de cine vean más allá de su burbuja elitista. Si queremos vivir en sociedad y además escribir sobre ello,convendría echar un vistazo a los fenómenos culturales aunque no estén dirigidos nosotros, no despreciarlos automáticamente por ser «un producto para las masas». Cuando Avatar batió récords de audencia en televisión, muchos se burlaron de este éxito. «Así va el país», concluyeron unos como si tuviera algo que ver una cosa con la otra; «es una película para idiotas», se atrevieron otros ignorando que probablemente sus madres estaban vibrando con las aventuras en Pandora.Atacar una película riéndose de sus espectadores no sólo es una falta de respeto, sino una valoración torpe y facilona. Seamos o no el público deCincuenta sombras de Grey, nadie debería negar que tanto la novela como la película han tenido que hacer algo muy bien para conquistar espectadores de un modo que muchas otras películas no han logrado. Los análisis en torno al machismo y la misoginia de la historia son relevantes y pertinentes, pero tampoco sirven como bola de cañón para derribar la película. Cincuenta sombras de Grey no pretende ser un manifiesto sobre roles de pareja, sino una fantasía estilizada y matemática entre una mujer que toma decisiones (y consecuentemente comete errores) y un hombre sin personalidad, que sirve como lienzo para que literalmente cualquier espectadora pueda proyectar a su novio/marido en él hasta cuando se pide un gintonic. Especialmente cuando se pide un gintonic.Todos los chistes sobre los espectadores de Cincuenta sombras de Grey o la condena hacia su romantización del abuso emocional son maniobras de distracción para evitar hablar de la película (sobre la que hay pocas cosas malas que decir) y de paso lucir el ingenio. La preocupación de los hombres por el machismo y las aterradoras consecuencias de esta película es de agradecer, ahora hay que esperar a ver si la próxima vez que Christopher Nolan o Martin Scorsese rueden una película con 9 hombres y una mujer (sexy y muy muy mala) les alarma por igual.

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Cincuenta sombras de Grey ha puesto de manifiesto el prejuicio ante los éxitos masivos y lo desconcertante que sigue siendo para muchos ver a una mujer en el cine conducir hacia su propia perdición. Al fin y al cabo nadie obliga a Anastasia a hacer nada que no quiera. Quizá si llevase el pelo de colores y tuviese preparada siempre una respuesta cínica y deslenguada Anastasia tendría más admiradores. Pero ningún pardillo sin amigos va a rescatarla al final, así que esta historia de amor no es válida para el canon de la sociedad. Cincuenta sombras de Grey es un blanco fácil, pero hay muchas otras películas de las que deberíamos preocuparnos. Aun así, la peor conclusión que ofrece el fracaso crítico de Cincuenta sombras de Grey (odio sin duda avivado por sus 600 millones de dólares recaudados) es que da igual que el director se esfuerce en rodar una película sólida y coherente porque todo el mundo, a favor y en contra, ya tiene formada su opinión antes de que se apaguen las luces del cine.

Las diferencias entre Sam Taylor-Johnson y la autora de la novela han empujado a la directora a abandonar la saga, siendo sustituida por un señor de 63 años (iugh) cuya última película es de 2007 (Seduciendo a un extraño). La guionista Kelly Marcel también ha sido reemplazada por un hombre de mediana edad que además es el marido de E.L. James. Tanto la directora como la guionista se han dado cuenta que su desafiante reto de adaptación, del cual salieron tan triunfadoras como escaldadas, no les ha merecido la pena.

El Oscar a la mejor canción, por cierto, fue para The Writing’s On The Wallde Spectre. Una película y una canción que, a diferencia de Cincuenta sombras de Grey y Earned It, no les gustó a nadie. Spectre es una película que trata igual de mal a sus mujeres (triviales e intercambiables entre sí) queCincuenta sombras de Grey, donde al menos Anastasia tiene la opción de elegir su rol. Spectre, sin embargo, sí juega dentro de las reglas del cine universalmente aceptado como respetable. El cine dirigido a los hombres a los que no les gusta que toquen sus juguetes. Ellos se lo pierden.

Fuente: www.revistavanityfair.es