Todo o nada


El OEP no ha demostrado demasiada independencia frente al Ejecutivo pero resultó insuficiente para el MAS que ahora quiere un sometimiento total.

image Las Cortes Electorales capacitaron a los jurados. El gobierno quiere cambiar a todos los Vocales para controlar el OEP. (foto El Deber)

El Órgano Electoral Plurinacional (OEP) no ha demostrado demasiada independencia frente al Ejecutivo. Recordemos que dobló el brazo cuando el gobierno lo obligó a habilitar como votantes para las elecciones de diciembre de 2009 a 400 mil personas que no se sabe como obtuvieron sus documentos para inscribirse.



Pero es evidente que para el MAS no hay medias tintas; no quiere siquiera que sean complacientes. Quiere un sometimiento total y absoluto. Los resultados que tuvo el partido gobernante en los recientes comicios no fueron para nada de su agrado y está convencido que de haber tenido cortes electorales más obedientes, hubiera podido cumplir su deseo de copar las gobernaciones y alcaldías en todo el país.

Por lo visto el gobierno está dispuesto a remediar a la brevedad este obstáculo que frena sus ambiciones hegemónicas. Los métodos de acción política del MAS no son muy sutiles que digamos, posiblemente porque consideran que tienen el poder en sus manos aunque en su ceguera no se han percatado que todo es pasajero.

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Con la arrogancia que da el poder, por efímero que este sea, el propio vicepresidente Alvaro García Linera ya ha anunciado la decisión oficialista de recomponer los Órganos Electorales y Departamentales ya que considera que los actuales no son confiables, lo que en buen romance, no les garantizan que puedan concretar sus intenciones hegemónicas.

En realidad el control total de las cortes electorales es el último eslabón que le queda al MAS para avanzar hacia el establecimiento de un Estado autoritario, que es su objetivo final. Con el control absoluto del poder electoral, el MAS estaría en posibilidad de perpetuarse en el gobierno. Las reglas del juego estarían enteramente a su favor y si no lo están podrían cambiarlas a su antojo y conveniencia, para eso tienen dos tercios en la Asamblea Legislativa y una oposición disminuida y cercada. 

Eso es precisamente lo que motiva la preocupación, no solo de la Iglesia Católica o del cardenal Julio Terrazas, sino de todos los sectores nacionales demócraticos. Al controlar el MAS los órganos electorales es lógico que los utilizará para su entero beneficio. No se trata de una exageración sino de un hecho claro y evidente: para el MAS solo es bueno lo que le beneficia y malo y debe ser cambiado lo que no se acomoda a sus intereses.

Es denota un talante antidemocrático cuyo avance solo pudo ser frenado por el voto en los últimos comicios. De contar el MAS con órganos electorales sumisos, lo más probable es que establecería eso que se ha venido en llamar “autoritarismo plebiscitario”, muy similar al que impera en Venezuela.

Según este sistema, cualquier medida gubernamental es sometida a una consulta (referendos o como se llame), una actitud supuestamente democrática. Pero ocurre que como los poderes electorales están controlados, los resultados no pueden ser otros que favorables al gobierno y de esta forma se convierten en nada más que instrumentos de legitimación de todas las medidas o acciones gubernamentales. Con este método lo que menos interesa es la voluntad popular ya que esta puede ser torcida y manipulada si se tiene en las manos los mecanismos necesarios.

De eso nace la comprensible preocupación de la Iglesia: el control del MAS de las cortes electorales significará, mediante este mecanismo, el avasallamiento de todas las instituciones judiciales y regionales contando, además, con una coartada «democrática».