Claudia Piñeiro: “El encierro está presente en casi todas mis novelas”


entrevista
 
ESCRITORA

La escritora argentina Claudia Piñeiro es una de las invitadas en agosto al Encuentro de Escritores Iberoamericanos, a realizarse en Cochabamba

La más reciente novela de la autora argentina es Una suerte pequeña, editada en 2015

La más reciente novela de la autora argentina es Una suerte pequeña, editada en 2015

Claudia Piñeiro desde 1991, cuando abandonó un alto cargo ejecutivo en una empresa, para dedicarse a la literatura, se convirtió en una de las autoras argentinas más exitosas, gracias a títulos como Las viudas de los jueves (Alfaguara, 2005), Betibú (Alfaguara, 2011) y Una suerte pequeña (Alfaguara, 2015).



Piñeiro vendrá a Bolivia en agosto, para participar del IX Encuentro de Escritores Iberoamericanos, organizado por el Centro Pedagógico y Cultural Simón I. Patiño de Cochabamba, al que asistirán también su compatriota César Aira, el español Antonio Orejudo, y los bolivianos Magela Baudoin, Rodrigo Hasbún y Maximiliano Barrientos.
Vía telefónica concedió esta entrevista a Brújula, para hablar de su carrera y de su forma de encarar sus novelas.

_Es conocida la historia de que empezaste en la literatura cuando teniendo un importante puesto en una empresa, en 1991, pediste vacaciones para escribir un libro y participar en un concurso. Si bien ese es tu primer texto que se conoce, ¿Cómo era tu vida antes de eso en cuanto a la literatura, a escribir?
Desde que sé escribir escribo. Desde que fui al colegio y me alfabetizaron, escribo. La escritura es muy temprana como necesidad y como voluntad. Después uno tiene que hacer un montón de cosas para aprender a hacerlo bien, sobre todo leer. Pero, digamos que la pulsión de la escritura está desde siempre y cuando tuve que escoger la carrera universitaria no había en mi familia ni escritores, ni artistas y no se me ocurrió que podía estudiar algo relacionado con eso.

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Elegí Sociología, que es un poco más cercana a lo que hago que Economía. Pero el 78 era el segundo año de la dictadura militar en Argentina y se cerró la carrera de Sociología; entonces, yo un poco quedé en la otra carrera, en Economía, de casualidad, pero siempre estaba escribiendo y yendo a talleres literarios de distintos autores. El primero con el que hice uno fue con Enrique Medina, y el autor con el que más tiempo estuve fue Guillermo Saccomano, que es al que yo reconozco como mi maestro.

_Después de publicar y ser finalista en el premio, te animaste a sumergirte de lleno en la literatura pero trabajaste un tiempo todavía en tu oficina, ¿no?
Sí, ahí empecé a buscar trabajos que me acercaran a la literatura. Estudié guion cinematográfico y televisivo y empecé a trabajar como guionista. Comencé a trabajar en revistas y eso me permitía no trabajar tantas horas como en el trabajo anterior, y estar más cerca de lo que es hacer literatura e inventar historias. Si bien no es lo mismo, cuando escribía guiones para televisión estaba todo el tiempo inventando historias, buscando las formas de decirlas, cómo hacer hablar a los personajes, etc.

_Después diste ese gran salto que fue la novela Las viudas de los jueves ¿Qué significó para vos primero el trabajo que hiciste con esa novela, y después el premio Clarín que obtuviste?
Para mí fue la gran oportunidad en el sentido de que yo ya venía escribiendo y ya tenía publicado un libro para niños en España. Después había publicado Tuya, a principios de ese año (2005) que se presentó en la feria del libro de Buenos Aires. Mucha gente no sabía ni que yo existía. A veces uno publica un libro en una editorial pequeña y al libro le va bien y demás, pero son pequeñas tiradas y muy poca gente logra acercarse a lo que estás escribiendo.

Y lo que hizo Las viudas de los jueves es, justamente, darme la oportunidad de que muchos lectores se enteraran de que había un libro que yo había escrito, se enteraran de qué se trataba, lo buscaran, lo leyeran, y al que le interesara lo recomendara y siguiera leyendo otros libros posteriores. Me parece que el premio Clarín funcionó como eso, como una oportunidad de llegar a muchos más lectores.

_¿Y cómo te propusiste el hecho de captar en La viuda de los jueves toda esa época política que concluyó en 2001?
Algunos me dijeron que era un libro sobre country clubes, u otra cosa. A mí siempre los libros me empiezan con una imagen. La imagen que era disparadora de esta novela tenía que ver con el cuento de John Cheever que se llama El nadador; me pregunté qué pasaría si esa imagen que tenemos del nadador la trasladaba a la Argentina de los 90. Entonces, en ese momento me aparecía el nadador flotando en una pileta muerta, y yo dejé la imagen en la cabeza, que es lo que suelo hacer cuando me aparecen esas imágenes para que se asienten, y en la imagen luego aparecían dos personajes más.

La imagen que se me instaló y que fue disparadora de esta novela fueron tres muertos flotando en una piscina en un country en los 90. Entonces, lo que tuve que hacer después era contar cómo habían vivido antes, qué es lo que había pasado para que terminaran así aquella noche. En esa novela con rasgos de policial las preguntas se subvierten, porque en el policial la pregunta es ‘¿Quién lo mató y por qué?’ Y acá se tenía que entender quiénes habían sido esas personas para terminar muertas así.

_Ese tema del encierro de la gente y la escena final donde la mujer no se anima a salir de su barrio, hace recuerdo un poco a El ángel exterminador, de Luis Buñuel…
Sí, alguien me comentó eso también. Yo creo que el encierro es un tema de esa novela y de casi todas las que yo escribo, distintos tipos, pero siempre está muy presente. En esta novela el encierro es como un personaje más de la novela.

_Te mencionan mucho como una escritora de policiales, ¿Vos cómo te llevás con las etiquetas literarias?
Yo creo que la mayoría de las etiquetas las pone la industria editorial, el librero cuando pone tu libro en el estante o un festival que te invita porque supuestamente escribís novelas policiales. Yo la verdad es que nunca -hasta que publiqué Betibú- había escrito una novela pensando que era del género policial, sino que empezaba a escribir y en algún momento aparecía un muerto, un enigma y la búsqueda de la verdad. Yo, indefectiblemente, lo llevo hacia el lado del policial. Hay elementos del policial en casi todas mis novelas, sin que yo las haya concebido así. Medio que el policial me toma de camino en la escritura.

Y debo reconocer que la estructura del policial me resulta muy cómoda, es una zona de confort porque esa estructura hace que vos escribas hacia un determinado lugar, tenés que contar quién fue el que mató y por qué, como decíamos antes. Entonces, a veces he tomado otras decisiones en otras novelas, como en Betibú, ahí decidí forzar mucho más la situación del género y dejar todas las otras cosas que pongo en la novela, que tiene que ver con la composición de los personajes, con sus vidas privadas, con ciertas cosas que a veces en la novela policial clásica se las toma con menos profundidad, porque el hilo se pone más en el suceso, en el crimen, pero en Betibú tomé la precaución de que fuera una novela de género desde la primera página.

Y ya con mi última novela, Una suerte pequeña, intenté de que en ningún momento entrara la trama policial, que fuera una novela que tuviera suspenso, que haya una tensión dramática fuerte, que uno quisiera saber permanentemente qué es lo que pasó, que es lo que provoca suspenso, pero que el suspenso no tuviera nada que ver con lo policial. Quería que fuera más sicológico, más relacionado con los personajes. Entonces, no me parece mal que mis novelas sean clasificadas como policiales, pero no fue mi voluntad escribirlas de esa manera, excepto con Betibú.

_…Y con Betibú te metiste en el mundo del periodismo. A propósito de eso, ¿cómo viste el accionar del periodismo en estas últimas elecciones en tu país, donde la polarización en los medios fue bastante marcada?
Cuando escribía Betibú (se publicó en 2011), pensé: ‘Cuando termine esta novela, lo que estoy marcando del periodismo ya habrá pasado’, y en realidad fue todo lo contrario, cada vez se fue marcando más. Esa cuestión dicotómica de que hay gente de un lado y del otro tiene que ver más con la empresa periodística y no con el periodismo ni con el periodista en sí mismo.

Porque a veces a un periodista le toca trabajar en una empresa que tiene una línea editorial diferente a su ideología, y es un trabajo. Después de trabajar 20 años en un diario vos podés tener una ideología y hacer tu trabajo periodístico muy correcto, pero ese diario tiene otra ideología que baja determinada línea y empezás a sentirte incómodo, porque sabés que hay determinadas cosas que no van a funcionar si las querés publicar, etc.

Ya sin hablar de la censura en sí mismo, a veces hay como una determinada situación y vos ya sabés que hay notas que no van a andar en tu diario, y todo eso empieza a provocar contradicciones, cuestionamientos, cosas que en la Argentina han pasado muchísimo, ver a mis amigos, sean de un lado o del otro, trabajar incómodos

Fuente: eldeber.com.bo