Renzo AbruzzeseLa depuración de los candidatos a defensor del pueblo se vio previsiblemente alterada por la imposición de un requisito del que ni siquiera los responsables de la comisión seleccionadora gozaban: el dominio de una lengua nativa. El dominio de más de una lengua es un atributo ponderable, porque denota al menos una vocación más próxima a la cultura local y universal, pero este requisito se corrompe cuando su intencionalidad pasa, más bien, por un cedazo político, como el caso que nos ocupa.El argumento de que ningún ciudadano podría ejercer el cargo de defensor del pueblo si no habla un idioma nativo es tan absurdo y segregador que causaría gracia en un país como Papúa Nueva Guinea, que posee cinco millones de habitantes y en su territorio se hablan 850 idiomas diferentes.Si el argumento se asentara en un criterio constitucional, como aseveró alguna alta autoridad legislativa, habría que hacerles recuerdo que así como la Constitución establece la obligatoriedad de hablar una lengua nativa para el ejercicio de la función pública, también establece que ningún ciudadano puede ser discriminando por idioma, religión o creencias de cualquier orden, menos aún si sus propios evaluadores no cumplen el requisito. Se comprende que los criterios constitucionalistas no pasan de ser un burdo pretexto. El verdadero propósito de este atropello estriba en su finalidad política y racista destinado a excluir a cualquier ciudadano que no cuadre en el perfil del tipo de Estado etnocéntrico originario y campesino con el que el régimen sueña.Se trata de una maniobra mal fundamentada a través de un conjunto de argumentos que lindan en el absurdo, destinados a evitar que cualquiera que no cumpla los requisitos ‘necesarios’ para ‘indianizar el Estado’ quede fuera de toda posibilidad. Ya es hora de recordarle al régimen que este es un país plural y que su pluralidad incluye a todos, con todas sus únicas o múltiples lenguas y maneras de pensar. Es un ridículo que se exija semejante absurdo cuando ni el presidente habla una lengua originaria. Todos tenemos el derecho de postular a un puesto que no tiene linderos de raza y que fue creado en beneficio de la comunidad entera, y no solo para aquella que posee ciertas dudosas habilidades idiomáticas.El Deber – Santa Cruz