El Gobierno nacional está empeñado en buscar nuevas salidas para su propósito de iniciar la explotación del yacimiento de hierro de Mutún, pero lo hace sin haber cerrado bien el capítulo anterior. En efecto, las gestiones que realiza el propio presidente Evo Morales para lograr la participación de empresas estatales de Venezuela y Rusia a fin de que participen en una sociedad con la Empresa Siderúrgica Mutún (ESM) podrían ser perjudicadas por el episodio de la Jindal Steel & Power.
En los tres años que van desde que se firmó el contrato con la empresa hindú, la lista de errores cometidos por la parte boliviana es tan larga que comprende incluso casos de corrupción todavía no sancionados. El anterior funcionario con antecedentes sindicalistas a cargo de la ESM, Guillermo Dalence, fue señalado como responsable de graves irregularidades en la fijación de los precios de los lotes que debían ser transferidos a la empresa hindú. Pero no se ha iniciado un proceso contra él.
La empresa Jindal hizo saber que el Gobierno no había cumplido el compromiso de entregarle los terrenos que debía comprender la explotación, mientras quedaban muchas dudas sobre la provisión de gas natural suficiente para las plantas termoeléctrica y siderúrgica que debían ser instaladas.
La ejecución de las boletas de garantía, decidida de manera irregular por Sergio Alandia, el sucesor de Dalence, deja mal cerrado el caso, porque la empresa Jindal está anunciando que acudirá a una etapa de arbitraje. El señor Alandia hizo una revelación sorprendente al asegurar que los intereses de Bolivia no pueden ser defendidos apropiadamente porque el contrato con la Jindal fue mal elaborado. Es decir que fue mal elaborado por funcionarios del actual Gobierno. La lista de los errores es más larga todavía.
En estas condiciones, parece una tarea muy difícil la que ha emprendido el presidente Morales, pues todavía no ha resuelto las deficiencias de gestión que se dieron dentro de su Gobierno y que frenaron el contrato con la Jindal.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
Habrá que saber, además, si el Presidente tiene una idea clara sobre lo que desea lograr de la sociedad entre la empresa estatal boliviana y las de Venezuela y Rusia. Dadas las graves falencias de gestión que muestra el Gobierno en el manejo de las empresas, es poco probable que las socias extranjeras acepten entregar a los bolivianos el manejo del consorcio. En ese caso habrá que preguntarse si esta nueva forma de capitalización no terminará entregando el manejo de las empresas estatales bolivianas a manos extranjeras, como la anterior capitalización.
Por el momento, debido a los errores cometidos en el capítulo Jindal, en un balance que todavía no se ha cerrado, el país se ha perdido los beneficios del actual auge en el precio internacional del hierro.
Con optimismo habrá que esperar que este capítulo de Mutún no haya dañado de manera irreparable la imagen internacional del país. El daño podría provocar que los inversionistas del mundo confirmen la impresión que tienen de que no es conveniente invertir en Bolivia.
El Deber – Editorial