“El cojo le echa la culpa al empedrado” el gobierno está confirmando el dicho popular. La situación que se ha generado en los últimos días es una consecuencia inevitable de expectativas no satisfechas y de promesas incumplidas, pero como de costumbre, los gobernantes masistas recurren al desprestigiado argumento de acusar a los Estados Unidos y echarles la culpa de algo que ha sido originado por su mala administración.
Pobladores en Caranavi junto al cadáver de David Callisaya Mamani. Ayer fue el velatorio del estudiante muerto con disparos de bala durante el desbloqueo. (foto Ap Agencia)
Los masistas son víctimas de su propio discurso. Pregonaron que desde hace cuatro años los bolivianos vivíamos en el paraíso y que se estaban sentando las bases de un país que de aquí a unos pocos años si bien no sería Suiza o Japón, se les parecería bastante gracias a un “proceso de cambio” que es evidente existe solo en la imaginación de nuestros gobernantes.
Lamentablemente el gobierno solo puede mostrar entre sus logros algunos polifuncionales deportivos y algunas canchas con césped sintético construidas con el programa sustentado con préstamos de Venezuela, “Bolivia cambia y Evo cumple”, pero en cuatro años de gobierno del MAS no fue instalada ni una sola industria, generadora de empleos. Al contrario, muchas cerraron debido a la negligencia con que se encaró el tema de la preservación de los mercados existentes y la apertura de otros nuevos. A esta altura la única «industria» floreciente es el narcotráfico.
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La “nacionalización” y la industrialización de los hidrocarburos fue mostrada por la propaganda gubernamental como las medidas que generarían un país en el que todos podrían “vivir bien” pero concluida la primera gestión de Evo e iniciado su segundo periodo, se puede decir que todo fue cuento. No hubo la tal “nacionalización” sino una simple compra de acciones, que no pasa de ser una operación comercial común y corriente con el aditamento de que Bolivia deberá erogar unos mil milllones de dólares para pagar las indemnizaciones a las empresas.
La “industrialización” de los hidrocarburos, si bien de tanto en tanto se producían ampulosos actos para anunciar la instalación de “plantas separadoras de líquidos”, no fue más que una fábula.
Sin embargo, la propaganda, como la mentira, tiene patas cortas y siempre llega el momento en el que la población abre los ojos. “Se puede engañar a unos cuantos todo el tiempo pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”. Eso está siendo comprobado por los masistas pese a que Evo se ha creado un mundo de ilusión en el que se ha reservado el papel de «líder espiritual de los indígenas» y de “defensor del medio ambiente”.
Que otros se ocupen de asuntos tan pedestres como los salarios, las huelgas, las marchas, los enfrentamientos violentos, el desbloqueo de rutas con muertes de compatriotas; él tiene cosas más importantes que hacer. Prefiere ir a Nueva York a seguir desempeñando ese trascendente papel que supone le ha asignado la historia. En realidad esta repitiendo una jugada: da la orden de reprimir, se va al exterior y que otros carguen el bulto.
Los acontecimientos políticos y sociales que se viven en el país muestran que el actual gobierno ha ingresado a una etapa de franco deterioro debido a que no pudo cumplir sus promesas y no está haciendo nada para revertir esta situación en el futuro. Los bolivianos quieren ahora algo más que discursos. El problema es que Evo Morales, igual que hace cuatro años, solo tiene palabras para ofrecer.