Transgénicos: El fin de un mito

transGEditorial – El DíaEl británico Mark Lynas, a quien apodaban “el hereje verde”, conocido mundialmente por demonizar a los cultivos genéticamente modificados, se disculpó hace un par de años y reconoció públicamente que su lucha nunca tuvo una base científica y él mismo llegó a comprobar que los denominados “transgénicos” son seguros para comer y esenciales para alimentar a la población mundial en crecimiento.Todo indica que Lynas tenía conocimiento de lo que se venía y antes de seguir en el ridículo tuvo un atisbo de sentido común y se tragó sus palabras que repitió durante años. La noticia que tal vez él ya conocía es que después de dos décadas de investigación, los mejores científicos de Estados Unidos han llegado a la conclusión de que no hay absolutamente ninguna evidencia de que los transgénicos sean dañinos para la salud o el medio ambiente.La novedad ha sido dada a conocer hace unos días en un informe de 400 páginas por la Academia Nacional de Ciencia, Ingeniería y Medicina, el principal organismo asesor estadounidense para temas científicos. La conclusión es contundente y demuestra que no existe ninguna diferencia entre los productos tradicionales y los modificados, a los que las leyendas urbanas les atribuían daños perniciosos a la salud e incluso la propagación de males como el cáncer y otras enfermedades.Esta investigación no podría ser más oportuna, pues uno de los debates que más preocupa en el mundo es la escasez de alimentos y los transgénicos, sin duda alguna, representan la mejor alternativa, gracias a las enormes ventajas como la productividad, la resistencia a las plagas, la adaptabilidad a los diferentes climas y suelos y especialmente a las condiciones adversas que enfrenta la agricultura producto del cambio climático.Con estos resultados se podrían caer las enormes barreras políticas e ideológicas de algunos países que todavía se oponen a los transgénicos y con ellos privan a sus poblaciones de mejores condiciones de vida. Uno de ellos es precisamente Bolivia, una verdadera isla en el continente, donde casi todos los países, grandes productores de soya y maíz, se han volcado de lleno a los transgénicos y que nos han superado de manera notoria, pese a las condiciones inmejorables del clima y nuestros suelos. Los agricultores bolivianos deben lidiar con bajos rendimientos y competir con argentinos y paraguayos que además de la biotecnología, tienen a su favor las facilidades del transporte y otras condiciones de política económica que tienen al sector agropecuario en graves problemas.Durante la última cumbre agropecuaria organizada por el gobierno nacional, las autoridades se comprometieron a analizar la solicitud de los productores de eliminar las restricciones impuestas a la tecnología genética. Lamentablemente no se ha registrado ningún avance en este aspecto y, para graficarlo de alguna manera, nuestra agricultura sigue “en blanco negro” en un contexto donde todos gozan de la “alta definición digital”. Esperemos que esta noticia ayude a abrir los ojos de nuestros gobernantes.