Carlos Crespo*Estos días discurre el VI Congreso Nacional de Sociología en nuestra ciudad; el tema del evento está dedicado al pensamiento de René Zavaleta Mercado. Zavaleta es considerado no sólo el sociólogo más famoso del país, sino también el “maestro pensador” del llamado “proceso de cambio”, su guía, inspirador, intelectual orgánico.Uno de los invitados es el vicepresidente Álvaro García Linera, “zavaletista” convencido; su presencia ha generado molestia en gran parte de la comunidad de sociólogos; ¿cómo puede ser invitado un personaje que utiliza la sociología (pues no es sociólogo) para justificar intereses autoritarios, poco transparentes? nos preguntamos los del gremio. Un “intelectual” que, aprovechando su poder, persigue y criminaliza a instituciones académicas e intelectuales que no piensan como él. Grave.Vuelvo al punto. René Zavaleta Mercado era marxista, con una fuerte carga nacionalista, y su comprensión del país tiene los límites de su formación teórica y militancia política (MNR, MIR, PCB). Bolivia sería una “semicolonia”, con independencia política formal pero sin soberanía, sin autodeterminación (por lo demás considerada un ideal antes que una práctica), con una clase dominante “señorial”, oligárquica, que no pudo o quiso estructurarse como burguesía nacional. De esta manera, según Zavaleta, en Bolivia lo que existiría es un “Estado aparente”, sin capacidad de mandar en todo el territorio nacional ni a toda la población, una “república de pastores” (su estigmatización de lo agrario es tema de otro análisis) y un Estado que no es moderno.¿Y cuál es su propuesta para salir de la semicolonia y modernizar el país? Ninguna novedad, una combinación de Estado fuerte e industrialización (léase extractivismo), la clásica y abundantemente fracasada alternativa izquierdista, de la cual sólo ha emergido el campo de concentración, dictaduras sangrientas, destrucción ecológica y mucho dolor. Construir un Estado nación verdadero, “integral”, altamente centralizado, que tenga control de todo el territorio nacional y su población, pero también de su economía, basada en la industria pesada. De ahí su entusiasmo por la clase obrera, particularmente minera, considerada la única que puede promover un régimen socialista, que industrialice y modernice el país, “quemando las etapas” de la penuria capitalista, en un verdadero acto “antimperialista”. Para ello, la clase obrera debe tener el dominio, sea bajo la forma de “dictadura de clase” como sostenía el “joven” Zavaleta, o “hegemonía”, concepto gramsciano recuperado en su etapa “madura”.Como todos los marxistas, para Zavaleta, el socialismo en Bolivia es un destino, es la única posibilidad de construir una nación. Una verdadera causa final, una tendencia ineluctable. Una teleología que la emparenta con el discurso judeo cristiano en sus formas más milenaristas.La utopía zavaletiana es lo que está operacionalizando el gobierno de Evo Morales, la idea de un Estado fuerte con industria pesada es también la apuesta teórica de García Linera. Pero, su fracaso también es el fracaso de un “paradigma” dominante en Bolivia, particularmente en las ciencias sociales, el marxismo, del cual René Zavaleta Mercado es su portaestandarte. Esta combinación perversa de marxismo y nacionalismo desarrollada por el sociólogo orureño, ha sido llevada hasta sus extremos por el “gobierno de los movimientos sociales”, y de ahí no ha salido nada emancipador, al contrario, ha reproducido la división racializada del país, la explotación inmisericorde de la naturaleza y sus servicios, la intolerancia y el autoritarismo.*Sociólogo, miembro del CESU-UMSSLos Tiempos – Cochabamba