Los últimos viajes del ex presidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso a Madrid son para recoger galardones. El año 2000 recibió el Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional. Ayer, se le entregó el IV premio Gumersindo de Azcárate por su labor registral en el país latinoamericano durante sus años de presidencia (1999- 2003). Gran sociólogo y artífice del Plan Real, un programa económico ideado para contener la enorme inflación que azotaba al país, logró colocar a Brasil entre los países emergentes con más potencial.
Los países emergentes (Brasil, Rusia, India, China, conocidos como BRIC) ¿van a ser capaces de salvar de esta crisis a los países ricos?
No, no creo. Europa y EE.UU. tienen que moverse y este último ya ha empezado a hacerlo. Las economías son como una bicicleta: si no andas, te caes.
¿Por qué los países emergentes están repuntando tan rápidamente?
Hemos sido menos vulnerables a esta crisis porque nuestras economías estaban más sanas. En Brasil, la caída de ventas en Europa y EE.UU. la hemos compensado con el incremento de exportaciones a China.
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¿No es excesiva la dependencia que Brasil tiene de China en este sentido?
China nos ha salvado con la compra de minerales y soja. Es el primer destino de nuestras exportaciones, con un 19%. Estados Unidos representa el 18%, pero también vendemos a Europa, África, Asia… Pero lo que realmente me preocupa respecto a China es que se trata de un gran competidor industrial, ya que fabrica muy barato. Brasil tiene que apostar por la industria y crear una industria propia fuerte en determinadas áreas. No puede seguir viviendo de las materias primas y de sus exportaciones.
¿Y qué puede hacer?
Hay materia prima, como la soja o el café, que también requieren tecnología. También tenemos petróleo, pero no nos podemos convertir en un país como los del Golfo, meramente exportador de crudo. Hay que sofisticar la industria manufacturera, crear otra auxiliar… Para ello, es necesario invertir en educación, en ciencia, en tecnología… Brasil está diversificado y eso es positivo; aunque siempre hay que buscar nuevos horizontes.
¿El viaje de Lula a Irán va a cambiar las reglas de juego diplomáticas de Brasil?
No se trata de una jugada nueva. En Europa se pudo ver así, pero es por celos. Brasil siempre tuvo una posición de política externa guardando un poco su relativa autonomía. Lula no logró garantías de que la bomba atómica no se vaya a producir. Yo sería más cauteloso en evaluar ese capítulo. No sé si Lula tenía las cartas para jugar a ese juego.
Parece que EE.UU. va a dejar de ser una superpotencia mientras surgen nuevas potencias pequeñas. ¿Brasil está llamada a ser una de ellas?
¡Sin duda! Brasil está llamada a desempeñar un papel relevante, aunque yo no sé si son tan pequeñas. Una matización: a mí no me gusta la palabra potencia porque conlleva algo de arrogante y de bélico. Yo creo que Brasil tendrá una influencia creciente en las relaciones internacionales.
¿Qué receta da a España para salir de la crisis?
España soportó bien la recesión económica norteamericana, pero ahora tiene su crisis interna, provocada por el sector inmobiliario. La receta siempre es la misma: apretarse el cinturón. Y eso se consigue recortando el gasto público, haciendo una política fiscal austera…
¿Qué hizo su gobierno?
Nosotros eliminamos la inflación, el desorden fiscal y parte de la deuda externa.
La Vanguardia – España