Tierras y menonitas

Editorial de La Prensa y El Deber

Es fácil “recuperar” tierras ya trabajadas por otros y volverlas estériles después, como sucedió luego de la Revolución de 1952.



El Gobierno está a punto de despojar a un grupo de menonitas de sus tierras. ¿Por qué hacerlo? ¿Por qué no hay tierras suficientes en Bolivia? ¿O será el “saneamiento” impulsado por el oficialismo y que consiste en la verificación del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) de la “función económica y social” (FES), como se afirma? ¿Es que en opinión del Gobierno los cocaleros cumplen mejor FES? Si los menonitas viven en asentamientos “ilegales”, ¿no es más lógico que se les ayude a legalizarlos? Esta gente probó ser trabajadora, aportando a la economía regional y nacional.

Cuando la Alcaldía cruceña demolió una urbanización a todas luces ilegal, con estafa al Gobierno incluida, se puso el grito en el cielo. Y ahora el mismo Gobierno quiere destruir una colonia productiva por ser “ilegal”… Bolivia tiene 1.098.581 kilómetros cuadrados y una población de 10 millones con una densidad de 9,1 habitantes por km2. Es uno de los países menos poblados del mundo y resulta que faltan tierras para repartir… Las únicas tierras que parece “encuentra” el Gobierno son las de sus enemigos políticos y las de los menonitas.

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Israel, con apenas 21.946 km2, tiene 6,4 millones de habitantes y ha conquistado al desierto, floreciendo en su crecimiento. Suiza, con escasos 41.000 km2, tiene casi la misma población de Bolivia y el más alto nivel de vida del mundo. Acá tenemos espacio de sobra para 100 millones de personas y aun así se hace lío con la tierra. ¡Increíble! El territorio altamente industrializado del Ruhr en Alemania tiene una población de 5,3 millones sobre sólo 4.435 km2, con una densidad de población de 839 habitantes por km2. Otro pequeño país, Holanda, precisa drenajes constantes y diques para no ser inundado por las aguas. Empero, es altamente desarrollado, produce papas, tulipanes y exporta por centenares de miles de millones de dólares. ¿Qué puede haber más árido que un terreno arenoso que se encontraba debajo del mar? ¿El altiplano? ¡El altiplano es un vasto territorio desperdiciado! Habiendo tantas posibilidades de cultivo allí, ¿por qué quitar en el oriente los terrenos ya cultivados de menonitas, ganaderos y de los llamados “terratenientes”? Que se quite la tierra improductiva si se quiere, pero no la que ya produce.

Hay otros ejemplos de naciones con escaso territorio y alta densidad de población, donde se convive y produce armónicamente. Bolivia tiene exceso de tierras, no hay necesidad de quitárselas a nadie, menos de provocar gratuitos conflictos. Es fácil “recuperar” tierras ya trabajadas y volverlas estériles después, como sucedió tras la Revolución de 1952. ¿Quieren el viceministro Almaraz y el Gobierno que suceda eso con las tierras soyeras de los menonitas? ¿O tal vez desean convertirlas en cultivos de coca y con el potencial de ser materia prima para la cocaína?

Aquellos países que han usurpado el trabajo ajeno para “repartir a los más pobres” fracasaron rotundamente al suprimir el incentivo empresarial y productivo. Zimbabwe, antes granero del África, ahora soporta las peores hambrunas.

Tal vez la verdadera solución está en traer más menonitas (u otros tan productivos como ellos) a Bolivia, no en quitarles la tierra.