Ahora el litio


Sergio P. Luís

litio En el territorio de la actual Bolivia, las esperanzas de bienestar y progreso se fueron fundando sucesivamente en la explotación de recursos naturales no renovables: la plata, el estaño, el petróleo y, finalmente, el gas. Sabido es que esto nos dejó frustraciones, no porque los recursos se fueron agotando, sino porque no se supo –o no se quiso- aprovechar las épocas de bonanza y así fundar el desarrollo nacional. Ahora que el futuro del gas boliviano ya no se presenta tan promisorio como se creyó hace cinco años, hay una nueva esperanza: el litio.

Por las pocas informaciones que llegan al público no familiarizado sobre los usos de este raro elemento, se advierte que se trata de un elemento para una verdadera revolución energética.



Estos son algunos datos sobre el uso del litio:

· Hasta ahora el litio fue utilizado como componente de ciertas medicinas, en la industria del vidrio y en la fabricación de baterías de iones lo que catapultó la actual demanda.

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· El peso ultra-ligero del litio y su volatilidad lo convierten en el combustible perfecto para alimentar pilas de cualquier tamaño. Las baterías de litio-ion son más ligeras, más pequeñas, y de mayor potencia que las baterías convencionales; son las perfectas para teléfonos móviles y para computadoras portátiles y, de hecho, hay miles de millones de pilas en funcionamiento.

· El uso del litio no se limita a pequeños electrónicos. Está comenzando la revolución del automóvil eléctrico pequeño, y “no cabe duda de que el litio está a punto de convertirse en el petróleo que viene".

· Se está en camino de reemplazar hasta a 148 mil millones de barriles de petróleo o más, y los más importantes fabricantes de automóviles están preparándose para la producción de vehículos con motores impulsados por litio.

· Estas son algunas de los fabricantes de vehículos que se aprestan a lanzar a la venta los nuevos automóviles: General Motors, con su nuevo Chevy Volt (“El paquete de batería de Volt ofrece tres veces más energía por libra que las pilas de níquel-metal-basado en los híbridos japoneses”). Mercedes lanza su sedán híbrido S400. Tesla Motors fabricará el estadounidense Roadster, un coche totalmente eléctrico biplaza deportivo, y tiene previsto hacer debutar su modelo sedán S en 2011; Nissan ha reestructurado una fábrica en Tennessee para producir 150.000 coches eléctricos puros; Ford está proyectando el eléctrico puro, etc. De acuerdo a la revista China se ha convertido en el mayor productor, exportador y consumidor de vehículos eléctricos en el mundo. Las ventas chinas llegaron a 1,02 millones de vehículos. El BMW ofrece el MINI-E; la Chrysler tiene a la venta su SUV Jeep Patriot, el Dodge coche deportivo, el Jeep Wrangler de cuatro puertas y minivan Chrysler. Todos estos vehículos, de todos estos fabricantes, se necesitan baterías de iones de litio para funcionar.

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Se dice que el gobierno de los Estados Unidos está gastando discretamente miles de millones de dólares en procura del control de este elemento, como un asunto de seguridad nacional. Y que ya han aparecido promotores de inversión para explotar el litio. Uno de esos promotores afirma que los principales países consumidores de petróleo están luchando por su participación en la explotación del litio, que ya se vislumbra como el negocio que sustituirá, en envergadura e importancia, al de la explotación de los hidrocarburos.

Lo anterior se basa en la comprobación del constante crecimiento de la demanda de litio, la que continuará aumentando aceleradamente por los nuevos usos de este elemento en la industria del futuro. Se menciona que la administración del presidente Obama ha destinado la friolera de $ 25 mil millones de dólares -un aumento 6.250 veces mayor que los gastos anteriores- para desarrollar suministros de este elemento considerado como fuente de energía “super-verde” y que, ciertamente, va a revolucionar la industria automovilística. La batalla silenciosa por el litio ha comenzado y, si es evidente que las reservas en Bolivia son tan cuantiosas, se nos presenta el inmenso reto de saber participar en una batalla en la que, hasta ahora, jugaron solo los de las “grandes ligas”.

El entusiasmo podría ser exagerado si no se cuenta con algunas informaciones. Estas son algunas de ellas:

“Corea y Japón están en la tarea de controlar más de 150.000 toneladas de reservas potenciales en el oeste de Australia.

“El gobierno de EE.UU. recientemente ha invertido 8 mil millones dólares (el primer paso de un programa de 25 mil millones de dólares) para instalar un equipo de producción en los EE.UU.

“China acaba de destinar 429 millones dólares para construir la refinería de litio más grande del país en el río Yangtze, mientras se envían tropas al Tíbet para cuidar nuevas reservas.

“Los Emiratos Árabes Unidos, el tercer mayor exportador de petróleo del mundo, acaba de anunciar su participación del 40% en una empresa que desarrolla la tecnología para usar el litio como fuente de combustible. Los mayores productores de petróleo saben que este cambio tecnológico podría determinar el destino de sus países.

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El gobierno de Bolivia, luego de la noticia del descubrimiento de vastos yacimientos de litio en Afganistán acaba de anunciar que las reservas en Bolivia –las del Salar de Uyuni– son las más grandes del mundo. Supuestamente, existen estudios y hay posibles inversionistas interesados en el emprendimiento de la explotación del litio. Se comprende ese interés, porque la demanda está creciendo vertiginosamente.

No obstante, hay una mala experiencia con el litio en Bolivia. Cuando hace veinte años se negociaba con una empresa extranjera para la explotación de litio del Salar de Uyuni, surgió la protesta irracional. No se concretó y la esa empresa está aún explotando litio en yacimientos de país vecino.

El reto nuevamente está lanzado. La gran cuestión es si el gobierno, actualmente dominado por sentimientos de xenofobia, por el populismo chavista y por ese extraño socialismo del siglo XXI, está preparado para ofrecer garantías a inversores extranjeros indispensables para un emprendimiento destinado a la explotación del litio boliviano y, por supuesto, si está dispuesto, no sólo a respetar a la empresa privada nacional, sino a impulsarla como motor de desarrollo.

Es más: la duda radica también en si el oficialismo tiene conciencia de que la explotación de este elemento, tendría que servir para el desarrollo, para impulsar la creación de nuevos emprendimientos económicos, reducir la pobreza creando nuevos empleos, abandonando la perjudicial política de las prebendas con fines sectarios.

“Durante los próximos diez años, esta veta madre podría generar 6 veces el dinero que produce el petróleo, incluso si el petróleo pasa los 200 dólares por barril. Una batalla crítica se ha desatado en todo el mundo para ganar el control de la mayor cantidad de este preciado recurso”.