Hace 24 años una cantante hizo lo impensable en televisión


El 3 de octubre de 1992 Sinead O’Connor terminó de cantar en directo en el programa ‘Saturday Night Live’, sacó una foto de Juan Pablo II y…

Captura del instante en que Sinead O

Es una de las escenas más representativas de la década de los noventa y seguro que usted la ha visto mil veces. La cantante Sinead O’Connor termina una actuación musical, muestra a cámara durante unos instantes una foto del papa Juan Pablo II, se refiere a él como “evil” (el mal) y acto seguido rompe la imagen en varios pedazos mientras exclama “Fight the real enemy!” (lucha contra el verdadero enemigo). Ocurrió el 3 de octubre de 1992, hace 24 años, pero el eco de aquel gesto aún resuena en nuestra época.La imagen se ha convertido en algo tan famoso que ha superado a su contexto, haciendo que muchos lo olviden. Sinead era una de las cantantes más exitosas del momento, ganadora de un lugar en la historia del pop por su desgarradora interpretación de la canción de Prince Nothing Compares 2 U, lanzada solo tres años antes. El lugar elegido para la acción fue el plató del programa cómico Saturday Night Live y la canción que acababa de entonar era una versión a capella de War de Bob Marley, cambiando las referencias al racismo por el término “abuso infantil”. Ese mismo abuso del que señalaba al papa Juan Pablo II como responsable calificándolo de “verdadero enemigo”.La escena cogió desprevenidos a los propios productores del programa. Durante el ensayo, Sinead había sostenido la foto de un niño refugiado. El público permaneció en un silencio de esos que pueden cortarse con un cuchillo al final de la actuación y la NBC, cadena que emite el programa todavía, se colapsó con las 4.400 llamadas de televidentes indignados. A la semana siguiente el actor Joe Pesci convirtió su monólogo inicial de presentación en una disculpa del programa hacia la audiencia, sosteniendo él mismo la foto del Papa que, explicó, habían pegado con cinta adhesiva.Más allá de la reacción de indignado escándalo por los sectores más reaccionarios de la población, lo que hizo la mayor parte de la opinión pública fue ridiculizar a Sinead. La intérprete de Nothing Compares 2 U pasó de ser adorada de forma universal a vilipendiada, vetada y tildada de eso que hoy llamarían “loca del coño”. La prensa americana la boicoteó, y su carrera cayó en un bache del que nunca se ha recuperado del todo.Ya mucho antes de los 90 y desde luego hoy, escándalo y estrella del pop van cogidos de la mano por la senda de la sociedad del espectáculo. Entonces y ahora son habituales, pero el protagonizado por Sinead va mucho más allá: por encima de las provocaciones habituales que sólo escandalizan a los más pacatos, que suelen tener que ver con el sexo y rara vez dicen algo realmente revolucionario o controvertido, lo que hizo Sinead estaba lleno de significado y mandaba un mensaje potentísimo directo a la conciencia del espectador que quisiera darse por enterado. Y qué mensaje.

Su gesto al atreverse a desafiar a la parte más pacata y conservadora de una América que prefería mirar hacia otro lado ante una de las mayores infamias de nuestros días es una de las cosas más valientes y temerarias que una cantante pop ha soñado jamás hacer.

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Resulta que la mujer loca del pelo rapado estaba denunciando una realidad muy seria y muy sórdida. Los abundantísimos casos de pederastia dentro de la iglesia católica en Estados Unidos (y no sólo allí, por supuesto) fueron encubiertos y sus responsables protegidos por una jerarquía eclesiástica que sabía perfectamente lo que ocurría pero no hizo nada por evitar que siguiese sucediendo. Jerarquía cuyo máximo representante en la tierra no era otro que Juan Pablo II, el inmensamente popular papa cuya efigie Sinead destrozó ante las cámaras de la televisión. Aún hoy la figura del santificado pontífice sigue siendo venerada y cuenta con las enormes simpatías de gran parte de la opinión pública.Todavía mayor era su popularidad a principios de los noventa, con el bloque comunista recién caído y en pleno auge de sus viajes alrededor del mundo. Los abusos, también múltiples alrededor del mundo, con una cifras de denuncias escalofriantes, han sido investigados por los medios (una película de próximo estreno, Spotlight, habla sobre la investigación periodística que hizo diario Boston Globe acerca de los abusos en la zona) denunciados en los juzgados y lo que es revolucionario, reconocidas por el papa emérito Benedicto XVI y el actual papa Francisco, que ha perdido perdón públicamente por ellos y asegurado que a partir de su pontificado luchará para evitar que se sigan produciendo. Resulta que Sinead O’Connor, con su extravagante y poca ortodoxa actuación en el programa de humor más importante de la historia de América, estaba denunciando una verdad.La historia de Sinead a partir de aquel episodio es agridulce. El mundo del espectáculo masivo la rechazó y ella huyó de esa misma fama, declarando: “No quería ser una jodida estrella del pop, quería ser una cantante protesta”. Ha seguido publicando discos de diversos estilos musicales, colaborando con otros cantantes, dando conciertos y sobreviviendo en el mundo de la música pese a ser, en sus propias palabras, una de “las mujeres que han tenido la desgracia de nacer demasiado sensibles y francas como para mantener la cordura dentro de la industria musical”.

Sinead y Glenn Close en una gala en 2011.

Esa misma sensibilidad, de algún modo, la llevó directa al estrellato. Las lágrimas que derrama en el excelente video de Nothing compares 2 U justo tras pronunciar la frase «All the flowers that you planted, mama» eran verdaderas, pues le recordaron a su madre muerta con la que nunca había mantenido una buena relación. Pero es una sensibilidad que, asimismo, viene acompañada de un historial de problemas personales, movimientos contradictorios y declaraciones incendiarias (contra el mismo Prince que compuso su mayor hit, por ejemplo) en las que demuestra no tener pelos en la lengua, muy lejos de cualquier tipo de aburridísima corrección política.En los últimos tiempos ha sido noticia por tener el aspecto normal de una mujer de su edad, (que hizo que varios medios británicos la llamasen fea y gorda). O por comentar sobre la portada de Kim Kardashian en la Rolling Stone: “¿Qué hace esta zorra (que no sonríe para que no le salgan arrugas) en la portada de la Rolling Stone? Oficialmente, la música ha muerto. ¿Quién iba a decir que la Rolling Stone la mataría?”. Y también por el enfrentamiento con Miley Cyrus, a la que defendió y apoyó en un principio y se encontró después con un frío tuit de la joven cantante en la que se reía de ella.En cuanto al episodio de la foto del Papa, en 1997 la cantante pidió perdón por ello admitiendo que su gesto había sido un acto de rebeldía sin sentido. Pero más de una década después, en otra entrevista, al preguntársele si se arrepentía de aquello, contestó con un “Demonios, ¡no!”. Las mismas versiones contradictorias han acompañado a otras facetas de su vida, porque Sinead O’ Connor a menudo no es un ejemplo de coherencia en sus opiniones. En su página de Facebook, que actualiza ella misma, habla de forma abierta sobre sus problemas mentales y de salud, se pelea y conversa con sus seguidores y de vez en cuando publica algunas de esas cartas abiertas a Miley Cyrus u otro personaje (entre los que se cuentan miembros de su familia) que la devuelven al foco de la atención mediática.Es decir, se comporta del modo opuesto a como se supone que debería comportarse una artista de su edad. Y precisamente por ello siempre resulta interesante saber qué opina sobre el estado de la industria musical actual o sobre cualquier tema, porque en nuestros días de polémicas calculadas, peleas de gallos a propósito para mantener el interés de la prensa y equipos de publicistas, ella representa todo lo contrario: lo genuino, la autenticidad, incluso cuando es contradictoria, extrema y cambiante.Y no podemos olvidar que su gesto, hace 24 años en pleno Saturday Night Live, atreviéndose a desafiar a la parte más pacata y conservadora de una América que prefería mirar hacia otro lado ante una de las mayores infamias de nuestros días, es una de las cosas más valientes y temerarias que una cantante pop ha soñado jamás hacer.Fuente: revistavanityfair.es