Demetrio Reynolds*En tiempo de carteles, hay uno de estreno para Ripley. De golpe y porrazo hemos subido varios peldaños en la producción bibliográfica especializada. El apodo que habitualmente se cuelgan los socialistas del siglo XXI, llamándose “progresistas”, parece que esta vez lo tomaron en serio, porque se ve que realmente progresan. Ya circulan unos títulos originales bajo el nuevo sello editorial denominado Llunkerio SRL y que fueron difundidos con profusa publicidad en el campo ferial Chuquiago Marka de La Paz.Ya casi van por la media docena esos libracos. Algunos fueron presentados en una ruidosa ceremonia de estilo, con un discurso central a cargo del más antiguo terrorista boliviano. El mercado es siempre una apuesta, pero es más seguro que se incorporarán a la afamada lista de los “200”, como libros clásicos de la Bolivia incógnita y profunda. Incluso hay el riesgo de que alguno se convierta en best seller; otros traspasarán sin duda las fronteras patrias para exhibirse en otras playas “más mejores”. ¡Todo puede suceder!Su agenda temática es de gran actualidad y corresponde a las ficciones aún inéditas, por lo que se presume que promoverá una gran curiosidad en los potenciales lectores. Y por otro lado, obviamente, la reputación de sus autores está garantizada. El 21 de febrero y la Gabriela de los cuentos chinos, con la Camce de por medio, serán las mentiras de la verdad que se busca, conforme a la teoría del Nobel peruano. El Varguitas de La tía Julia y el escribidor dice que una novela (creemos que es la versión bibliográfica de la telenovela conocida) es siempre una mentira pero que debe parecerse a la verdad, ése es su secreto.El ejemplo puede cundir. Nada raro que también se lancen los otros para no quedar mal ante la vigilante mirada del jefazo. Así, dentro de poco, tendríamos una veintena de escribas plurinacionales esperando su turno para explayarse, a imitación de lo que nos cuentan las escritoras argentinas Graciela Montes y Emma Wolf en la novela premiada por Alfaguara: El turno del escriba (2005). De ese modo se iría formando lo que podría llamarse la biblioteca del llunquerío plurinacional.No es poco ser autor de un libro. Aquellos del Palacio Quemado dedicaron su esfuerzo ministerial a su nunca bien ponderado benefactor. La historia recogerá sus nombres como los fundadores de la biblioteca mencionada. No importa por ahora lo que digan, si dicen algo. La cosa es que levanten polvareda. Si alguien se enoja, tanto mejor; un varapalo contundente les haría más felices, porque recuérdese que en las letras de cambio, con o sin fondo, el silencio es siempre malo. En literatura es la pena capital.Por si las moscas, y tomando en cuenta los tiempos que corren, no es demás advertir que todo lo que aquí se dice pertenece –por naturaleza– al mundo de la fantasía onírica. Por consiguiente, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.*Escritor, miembro del PEN BoliviaLos Tiempos – Cochabamba