Erick Fajardo Pozo*Conmocionó el tweet del laureado ex periodista del Washington Post Carl Bernstein, el “verdugo de Nixon”, que considera que “no hay manera que los Clintonmails sean un escándalo, ni de lejos, “más grande que el Watergate”. “(Watergate) Fue acerca de asociación delictuosa y 48 asesores/cómplices fueron hallados culpables”, twitteó el pasado sábado a través de su cuenta @carlbernstein.Tratándose de una opinión tan calificada y relevante para un tema de escuchas, perjurio y obstrucción de la justicia, esa opinión es casi definitiva, por lo cual considero relevante solicitar a Carl alguna precisión antes de asumir, junto con el resto de la prensa mundial, que sus opiniones son poco menos que una sentencia exculpatoria a los implicados en este caso.
- ¿Cuánta diferencia habrá entre el intento de “pinchar” las líneas telefónicas del partido Demócrata, perpetrada por el gobierno de Nixon, y las operaciones de “escuchas” a líneas de celulares de ciudadanos americanos que el agente Edward Snowden denuncio la CIA hizo durante el gobierno de Obama?
- ¿Habrá diferencia entre los “móviles patriotas” que impulsaron al agente del FBI Mark Felt (Garganta Profunda) a “filtrar” a Bernstein información clasificada como “confidencial”, exponiendo el abuso de poder del gobierno republicano, y los móviles de Snowden, acusado de “alta traición” por denunciar el “espionaje masivo” del gobierno demócrata que viola la privacidad y los límites constitucionales de la vigilancia doméstica en EEUU?
- ¿Qué comentarios le merece que el presidente, bajo cuya administración se perpetró la intervención de software, emails y líneas telefónicas más grande en la historia de EEUU haya recibido el Nobel de la Paz, mientras el presidente, bajo cuya administración se intentó intervenir las líneas telefónicas de la campaña demócrata de 1974 fue obligado a renunciar ignominiosamente?
- ¿Existe diferencia entre las acciones del director del Comité por la Reelección Presidencial de Nixon (CRP), James McCord, encerrado por romper protocolos e irrumpir en Watergate con miembros la organización “Operación 40”, que perpetraba atentados terroristas contra gobiernos extranjeros, y las acciones de la asesora campaña de Hillary Clinton, Huma Abedin, señalada de violar protocolos y “coordinar” con la Liga Mundial Islámica, una organización que (según la misma Clinton) “financia las actividades terroristas de ISIS”?
- ¿Considera que existe diferencia entre la “mentira bajo juramento” de Nixon al Congreso de 1973, respecto a borrar las grabaciones de la Oficina Oval que lo implicaban en el conocimiento y autorización de la operación Watergate, y la “mentira bajo juramento” al Congreso de 2016 de Clinton, respecto al borrado de 33 mil emails que la implicaban y a su staff en exceder sus atribuciones como Secretaria de Estado y manipular información confidencial, “cambiando los procedimientos para el manejo de información clasificada, incluyendo informes de inteligencia altamente sensibles que la CIA preparaba para el presidente”?
Son preguntas que quizá el Pulitzer Bernstein quisiera revisar antes de ratificarse en su discrepancia con la “dimensión desproporcionada” de comparar Watergate con los Clintonmails. Da la impresión de que, al menos en un aspecto, él tendría la razón: no hay punto de comparación entre mentirle al Congreso sobre borrar 16 minutos de cinta magnetofónica sobre la operación de espionaje de un gobierno que empleó anticastristas de la CIA para pinchar cuatro líneas de teléfono del partido Demócrata, y mentirle al Congreso sobre el borrado de 33 mil correos electrónicos que implican a una candidata presidencial, cuya asesora de cabecera es señalada de “cercana” a ISIS, con la operación de “vigilancia global” lanzada para “pinchar” millones de mails, smartphones y aplicaciones de ciudadanos americanos.Otro aspecto en el que – y sin escuchar antes su respuesta a estas interrogantes – me manifiesto de acuerdo con Carl: Watergate implicó la cárcel para decenas de asesores y cómplices de la conspiración de un candidato que usó su puesto en el gobierno para allanar su permanencia en la Casa Blanca. El Hillarygate – cuya diferencia en dimensión con el Watergate creemos es ahora más gráfica – no tiene ni un procesado o detenido y la testigo clave, la conexión de Clinton en Medio Oriente, se prepara para ser Jefa de Gabinete de la Casa Blanca sin haber sido convocada a declarar a la Comisión del Congreso ni siquiera como testigo.*Maestrante en el programa de “Gobernanza y Comunicacion Estratégica” de la GWU