Las espectaculares dunas del desierto más antiguo del mundo

Algunas son de color rojo y tan altas como un edificio de 100 pisos. Están en el Parque Nacional Naukluft, en el desierto del Namib.

Un trekking hasta la cima de la duna 45 en Sossuvlei, Parque Nacional Naukluft, Namibia (Fernando Quevedo-iStock Photo).



Si explorar el desierto como un auténtico bereber es una de las cosas que siempre quisiste hacer, tenés que conocer las que para muchos son las dunas más bellas del planeta. Aunque el desierto más grande del mundo sea el Sahara, el más antiguo es otro, el del Namib, en Namibia.

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Una duna rojiza al atardecer (WLDAvies – Getty Images-iStock Photo)

Y es también el que tiene algunas de las cimas arenosas más altas del mundo, que pueden llegar a medir tanto como un edificio de 100 pisos (aunque no son las dunas más altas, que están en Fiambalá, Catamarca, con 1.260 metros, y en Nazca, Perú, con más de 920 metros).

Ardua caminata por la ladera de una duna en Sossusvlei (pilesasmiles – Getty Images/iStock Photo)

El desierto del Namib, que tiene más de 65 millones de años, es uno de los principales atractivos turísticos de Namibia por su belleza única, con los impresionantes colores rojizos de las dunas, un valle poblado por árboles sin vida y hermosos habitantes: los oryx (una especie de gacelas).

Perfil de un oryx en el Namib (Rob_Weir – iStock Photo)

Las dunas más impresionantes, que llegan a medir 300 metros de altura, se encuentran en el salar de Sossusvlei, que en lengua local significa “el punto de no retorno”.

Dunas con vista al océano Atlántico en el Parque Nacional Naukluft (kavram-iStock Photo)

Pese a su altura, alcanzar la cima es posible, y se lo suele hacer alrededor de las cinco de la mañana, hora ideal por la temperatura y para asombrarse con los colores del amanecer en contraste con el océano de arena.

Las dunas del Namib son Patrimonio de la Humanidad desde 2003 (Ivan Sabo-iStock Editorial)

La zona de dunas se encuentra dentro del extenso parque nacional de Naukluft, de 50.000 kilómetros cuadrados (tamaño equivalente al de Suiza). El paisaje es muy variado, al igual que la fauna que lo habita: mientras en la aridez del desierto sólo habitan oryx, hienas y chacales, en el recinto del parque natural se pueden ver cebras, bandadas de flamencos, gacelas, avestruces y jirafas, entre otros animales.

Oryx en un paisaje casi marciano.

La laguna muerta

Volviendo a la zona de dunas, al adentrarse en el desierto, una señal indica el camino hacia el “Deadvlei”, que significa laguna muerta. El nombre se debe al cementerio de árboles que pueblan la zona: petrificados en el suelo, sin vida, como momificados por la desertificación, algunos alcanzan hasta 900 años de edad. Y al estar totalmente deshidratados, presentan un color negruzco y no tienen ni una sola hoja en sus ramas.

Árboles secos y ennegrecidos (kavram-Getty Images/iStock Photo)

La entrada al parque nacional cuesta cuatro dólares, más tres que hay que pagar si se ingresa en auto. Un precio más que accesible para disfrutar de un paisaje único, Patrimonio de la Humanidad desde 2003.

Amanece en el desierto (AvnerOferPhotography-Getty Images/iStock Photo)

Disfrutar de un mar de estrellas en el que es posible ver sin ninguna dificultad la Vía Láctea, o apreciar los colores rosados del amanecer sobre las dunas, son algunos tesoros que ofrece el lugar.

Una noche en el desierto permite disfrutar de una vista única de la Vía Láctea (Fabio Iamanna-iStock Photo)

Eso sí, hay que llevar mucha agua, ya que la temperatura en pleno día suele superar los 45 grados. Y también es necesaria una relativamente buena condición física si vas a escalar los 300 metros hasta la cima de las dunas.

Pasos en la arena de un desierto de 65 millones de años (julesmith-Getty Images/iStock Photo)

Mar Burgueño / La Vanguardia

Fuente: clarin.com

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