Andrés Gómez VelaEn la agonía del 2016, me encontré con cuatro viejos amigos: un fan de Evo, otro arrepentido de haberlo apoyado, el tercero indeciso y el cuarto, indiferente. Charlamos de fútbol, de nuestras aventuras de adolescentes, la familia, y, en la parte final, tocamos la insistencia evista para la reelección. Recordé que Evo renunció a «dos reelecciones inmediatas” en octubre de 2008, antes de la aprobación de la Constitución, «por la unidad del país (y) por este proceso de cambio”. También rememoré que ese día el mismísimo Presidente aseguró en tercera persona: «Evo no es ambicioso, Evo no tiene intereses pese al mensaje que hemos recibido ayer: Evo 20 años o más años de presidente; no estamos ahí”; y puso como testigos a los periódicos. Esa declaración tuvo un alto contenido moral porque la hizo en su condición de Presidente. Y si consideramos la visión marxista que sostiene que la moral de un pueblo es la moral de sus gobernantes, su valor era delineador del «hombre nuevo” en términos del Che, ídolo justamente de Evo. Es bien sabido que no hay sociedad buena con políticos malos o viceversa; los políticos son el reflejo de sus electores (obvio, hay excepciones). También es sabido que política y ética no siempre van de la mano, de ahí que la frase de Maquiavelo: «el fin justifica los medios”, se convirtió en un axioma. Entre argumentos que vienen y van, definimos moral y ética para ver si aplica en la política. Fernando Savater distinguió ambos conceptos: «Moral es el conjunto de comportamientos y normas que tú, yo y algunos de quienes nos rodean solemos aceptar como válidos; ética es la reflexión sobre por qué los consideramos válidos y la comparación con otras morales que tienen personas diferentes”. Adela Cortina convoca a comprender los valores (verdad, libertad, igualdad) como construcciones éticas esenciales para acondicionar el mundo y convivir. Entonces, la política no se resume a la toma y reproducción del poder por medios inmorales; si fuera así, iría contra su médula, que es haber superado las armas de muerte y violencia para edificar una sociedad donde se reproducen los valores de la convivencia y se busca la felicidad de sus componentes bajo estándares acordados. Ahora, volvamos al punto, si Evo renunció a dos reelecciones en nombre del «proceso de cambio”, ¡¿es moralmente correcto respaldar en nombre del mismo proceso de cambio lo que hizo en febrero de 2013, cuando violó su propia palabra y la Constitución vía Tribunal Constitucional para fabricar la segunda reelección?! El señor Presidente quiere que olvidemos su anuncio de septiembre de 2014, cuando dijo que después de 2020 iba a retirarse para abrir un restaurante, ser mesero y cobrar por cada foto. Y quiere que lo aplaudamos por violar otra vez su palabra y convocar al referendo del 21 de febrero (21F) para buscar otra candidatura. Desea que seamos «soldados de la revolución” para apologizar sus mentiras y ponerlo como un ejemplo viviente del Ama llulla ante los niños. Tras ser derrotado el 21F, Evo declaró: «Aunque con un voto o con dos votos va haber un ganador, eso se respeta, esa es la democracia”; y adelantó ese mismo día que se preparará para terminar su gestión en enero de 2020, si el pueblo dice No a la reforma constitucional. Ni bien pasaron algunos días, violó de nuevo su palabra. Lo peor, se propuso violar nuestra palabra manifestada a través del voto; con ese objetivo instiga hoy a desconocer otra vez la Constitución. ¿Es ético aplaudir esta actitud antidemocrática e inmoral? ¿Tiene valor moral un Presidente que renuncia a dos reelecciones seguidas en nombre del proceso de cambio y tiempo después pide alabar sus mentiras y respaldar el desconocimiento de la Constitución en nombre del mismo proceso de cambio? Mi sabia tía Albina Vela suele repetir: «Hombre sin palabra no vale nada”. ¿Cuánto vales tú como para aplaudir y apoyar a un político que hizo del embuste política de Estado? ¿Acaso no te enojaste por este tipo de actitudes contra los neoliberales?Ya pueden deducir la reacción de cada uno de mis amigos. No hubo camorra, sí mucha discusión, risas, abrazos, algunos tragos y un ¡Feliz 2017! Página Siete – La Paz