Pedro ShimoseBan ki-moon, cumpa del presidente Evo, culminó su mandato como secretario general de la ONU y en su discurso de despedida ante la Asamblea General dijo, entre otras cosas: “En demasiados lugares vemos a líderes que reescriben constituciones, que manipulan elecciones y que dan otros pasos desesperados para aferrarse al poder (…) Los líderes deben entender que su puesto es una confianza que les da la gente, no una propiedad personal” (EL DEBER, 20.09.16/ Agencias Reuters, EFE, AFP). Lo cierto es que Ban Ki-moon fue un secretario general astuto. A cada gobernante le decía lo que este quería oír. Y ahora que habla en serio, nadie le da pelota; en especial aquellos “que reescriben constituciones, que manipulan elecciones y que dan pasos desesperados para aferrarse al poder”. No hace mucho, el procurador general del Estado dijo que el resultado del referéndum del 21-F era inapelable, porque sus bases jurídicas eran sólidas, pero ahora se contradice y acepta la “habilitación por renuncia para [la] postulación a [un] nuevo periodo constitucional, tanto para el cargo de presidente como vicepresidente de Bolivia” (EL DEBER, 08.01.2017/ Habilitación por renuncia). Para justificar su nueva postura, don Héctor Arce Zaconeta añade que “resulta ser absolutamente coherente con nuestra realidad histórica (…) Para ello –asegura– es importante citar cuando menos tres ejemplos de la aplicación de la fórmula en el contexto nacional” y cita los casos de René Barrientos Ortuño (1965), el de Jaime Paz Zamora (1985) y el del propio Evo Morales (2011). A esos tres casos debemos añadir un cuarto antecedente: el del presidente Hernando Siles (1930), que renunció meses antes y cedió su cargo a su vicepresidente con el fin de habilitarse como candidato a la Presidencia, pero el experimento le salió rana, porque el presidente sustituto lo traicionó. De todos modos, tres de los cuatro ejemplos no tienen nada que ver con las argucias de los leguleyos actuales. En tres de los ejemplos citados (Barrientos, Paz Zamora, Hernando Siles) hablamos de reelección. Hoy se trata, en cambio, de una cuarta elección consecutiva contraria a la Constitución masista y, sobre todo, al referéndum del 21-F. Varios constitucionalistas se han pronunciado en contra de la posibilidad de que “líderes que reescriben constituciones, que manipulan elecciones y que dan otros pasos desesperados para aferrarse al poder” sean de nuevo postulados en 2019. La gente dijo No el 21 de febrero de 2016. // Madrid, 20.01.2017.El Deber – Santa Cruz