Andrés Gómez*
En el viaje del tiempo, el presente es resultado del pasado.Y en el viaje de la vida, hay unos que solo dan y dan sin pedir nada a cambio. Ese fue el destino de Potosí: dar toda su riqueza y su gente desde el primer día de la República (sin contar lo que dio al mundo durante la colonia) y se quedó con un presente deprimente. Aún no sé por qué, pero el potosino casi siempre piensa primero en el país y no en su casa.
En estos momentos de lucha que sostiene frente al gobierno de Evo Morales (¿cuánto conocerá de la historia?), vale la pena recordar lo que¡Vale un Potosí! y lo que dio sin condiciones ni siquiera religiosas:
Ocho millones de kilos de plata extraídos del Cerro Rico desde la era de la Colonia, y otros ocho millones de vidas que se comió y se sigue comiendo en más de 500 años de explotación.
La gloria intangible que irradió desde el nuevo continente, acogiendo a millones de personas, quienes vinieron de todas partes del mundo a admirar y explotar la riqueza inagotable de la indescriptible Imperial Villa. Por ello, todavía rige la majestuosa e impactante frase: ¡Vale un Potosí!
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El primer grito libertario, que luego de ser acunado entre 1742 y 1780 por los hermanos Tomás, Nicolás y Dámaso Katari, estalló en la plaza de Pocoata, provincia Chayanta, Norte de Potosí, el 24 de agosto de 1780, expandiendo los ideales de libertad y justicia en cada rincón del nuevo continente.
Más de cinco millones de kilos de estaño que extrajeron de sus minas, particularmente, de la Salvadora, ubicada en la población de Siglo XX, que erigió a uno de los hombres más ricos del mundo: Simón Patiño.
Toma de conciencia nacional para incubar la Revolución de 1952 en los campos de Catavi en 1942, cuando el gobierno antinacional de entonces masacró la marcha encabezada por María Barzola, cuyo fin supremo era defender el interés de la nación frente a la anti-nación, encarnada por la oligarquía minero feudal.
Le debemos dirigentes de la inmensidad y consecuencia de César Lora, Federico Escóbar Zapata, Irineo Pimentel y otros que se jugaron la existencia por cristalizar en pro de los bolivianos un "mundo de vida", un "mundo de justicia y libertad".
Le debemos muchas vidas por la liberación nacional, cuyo símbolo, junto con el Che Guevara (admirado por Evo Morales), es la masacre de San Juan, 1967, cuando murieron decenas de mineros en las poblaciones de Siglo XX y Llallagua acribillados por las armas de un Ejército cobarde y fascista.
Bueno, finalmente le debemos, nada más ni nada menos, que la democracia, arrancada por una huelga de hambre iniciada en 1977 por cinco valientes mujeres mineras: Aurora Villarroel de Lora, Domitila Barrios de Chungara, Angélica Romero de Flores, Luzmila Rojas Rioja y Nelly Colque de Paniagua, quienes enfrentaron a la dictadura de Banzer con el arma más noble y poderosa que tenían: su amor incondicional por Bolivia.
La lista puede seguir (San Cristóbal, de donde exportarán por el valor de 1.000 millones de dólares el 2009 y dejarán a Potosí sólo 35 millones y de eso sabe el gobierno masista), mejor lo paro aquí por razones de espacio, pero usted puede ir agregando otros hechos y datos…
La historia es testigo de la magnanimidad potosina con el país, por ello apostó, otra vez sin condiciones, por el proceso de cambio desde el primer día (ocho de cada 10 potosino votó por el MAS), confiado en que llegaban días de justicia y de redistribución adecuada de la riqueza.
Y ahora que Potosí decide pensar por un minuto en subdesarrollo, en su casa, en su vida, después de haber pensado todo el tiempo en Bolivia, el gobierno de Evo Morales lo llama oligarca, derechista, títere de Joaquino (a quien considero que no tiene talla de líder nacional y se me despintó cuando se alió con NFR de Mafred) y fomenta la división del departamento impulsando organizaciones campesinas e indígenas contra la capital del departamento (las diferencias entre capitalinos y provincianos lo arreglaremos entre nosotros, en su momento).
Los potosinos somos dignos y orgullosos de nuestra estirpe y nuestro legado, no vale la pena mendigar la atención de un Presidente (tenemos mucha historia como para caer a ese nivel) y menos de Evo Morales (cada vez me convenzo que no es su entorno, sino él), exigiéndole que vaya a nuestra tierra;es tiempo de promover autonomía de pensamiento para proponer con nuestros propios recursos (litio, minería, agricultura) un desarrollo real entre todos:provincianos y capitalinos.
No esperamos las gracias de Evo Morales ni beneficios de naturaleza política por haberle dado nuestra confianza, en cinco actos electorales, para que administre nuestro futuro, solo exigimos justicia histórica, pero le recordamos, por si vale de algo, esta frase del Quijote a Sancho: "todo se puede perdonar en la vida, Sancho, menos el malagradecimiento".
La rebelión por vivir bien vale un Potosí porque es el despertar de un pueblo cuyo único pecado fue haber amado a Bolivia desenfrenadamente;ese amor no cambiará en absoluto, pero la vida enseña que amor con amor se paga y el sentimiento por Evo Morales ya cambió, se rompió el embrujo.
El viaje del tiempo nos ha enseñado que el pasado no se puede repetir si queremos que el presente cambie y el futuro nos tome en cuenta.
* Director de Erbol