La mezquita de la controversia


Sergio P. Luís

mezquita Los musulmanes estadounidenses se han propuesto construir un centro cultural y una mezquita en la ciudad de Nueva York, cerca del sitio –en el “Lower Manhattan”– donde estaban las torres del World Trade Center destruidas el 11 de septiembre de 2001 por terroristas de la organización Al-Qaeda, ocasionando la muerte de cerca de tres mil personas.

Es fácil imaginar que este proyecto ha reavivado el dolor de una nación agredida por un atentado que fue parte de la “guerra santa”, declarada por los terroristas de Bin Laden, contra los infieles del país –Estados Unidos– que supuestamente es enemigo del Islam.



Como sucede en una democracia, no ha sido extraño que la cuestión suscitada sea debatida y aún con honda con pasión. Algunos políticos, en nombre de la libertad religiosa celosamente observada en los Estados Unidos, se han sumado al debate, opinando que se trata de un derecho de los musulmanes de erigir un templo de su creencia en cualquier lugar de una ciudad del país, mientras que otros muestran su cerrada oposición a lo que consideran una afrenta a la memoria de los caídos en el atentado terrorista del 11 septiembre de 2001.

Este singular debate se produce precisamente cuando están cercanas las elecciones para la renovación del Senado y la Cámara de Representantes de ese país, y ya ha dado lugar a no pocas controversias; unas por convicción y otras por cálculo electoral. Por supuesto que las familias de las víctimas, sabiendo que uno de los postulados de los terroristas es el predominio musulmán en el mundo, encuentran que la construcción de una mezquita precisamente cerca del lugar donde fueron inmolados sus seres queridos, constituye una provocación inadmisible y una falta de respeto intolerable.

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Lo que viene a complicar este asunto -que quizá hubiera sido solucionado con una regulación municipal- es el apoyo del presidente Barack Obama a la construcción del templo musulmán en el lugar elegido. Es que, como es sabido, las tendencias electorales no son precisamente favorables a los candidatos del gobernante Partido Demócrata, y una medida de esta naturaleza que reaviva el dolor de los norteamericanos puede provocar más de un revés para el gobierno.

Precisamente, el líder de la mayoría demócrata en el Senado, el senador por el estado de Nevada, Harry Reid, que está batallando por conservar su curul parlamentario, acaba de contradecir a su presidente. Jim Manley vocero del senador Reid, reveló la posición del senador, adversa a la construcción del centro islámico cerca del llamado “Ground Zero” –el lugar donde se erigían las torres destruidas.

Por otra parte, Sharron Angle, contrincante del senador Reid en Nevada, le había demandado que éste tome una posición definida: “…Harry Reid –dijo- usualmente es vocero del presidente Obama en el Senado y todavía se mantiene silencioso. El director de comunicaciones de la candidatura de Angle dijo que “Reid tiene la responsabilidad de sostener su negativa a la mezquita en ‘Ground Zero’, o nuevamente alinearse con el presidente Obama -en este tiempo contra las familias de las víctimas. Los Estados Unidos están esperando (su definición)”.

En un artículo, Karem Tumulty (Washington Post. 16.08.2010) dice que los candidatos demócratas encontrarían dificultades en sostener una posición como la del presidente, expresando su apoyo a la libertad religiosa, mientras se niegan a respaldar la construcción del centro islámico.

Pero es notorio que el debate sobre la construcción de la nueva mezquita crece con hondas raíces emocionales y con impredecibles consecuencias electorales. El Washington Post en su edición del 17.08.2010, revela que un consultor de los demócratas afirmó que el presidente “Obama tiene razón en cuanto al fondo, pero que se equivoca en lo político y, ahora es cuando tenemos que centrarnos en la política”. Es que las encuestas revelan que la mayoría –un 69%- de los estadounidenses se opone a la construcción, no sólo de la mezquita, sino del centro cultural islámico, a dos cuadras del sitio donde estuvieron las torres del World Trade Center.

En suma, el tema de la mezquita se está convirtiendo en el centro de la batalla electoral norteamericana. Y esto lo saben los demócratas: “Algunos candidatos demócratas –afirma el mencionado diario de la capital de Estados Unidos- en los estados conservadores buscan un término medio para atraer a partidarios y opositores de la mezquita propuesta. ‘Estoy a favor de la libertad de religión, pero vamos a darles a las familias de las víctimas del 9 / 11 voz acerca de esta mezquita, es decir dónde se debe construir, porque una cerca de ‘Ground Zero’ no es apropiado”, dijo el representante Charlie Melancon (Luisiana), que está tratando de derrotar al senador David Vitter (R-La.).

Pero todo indica que el presidente Obama, acertado o equivocado, sincero o no, no les ha hecho ningún favor a sus candidatos con su imprudente alineamiento en un tema tan sensible para los norteamericanos y, en especial, para las familias de las víctimas del atentado del 11 de septiembre.

Las reacciones comprensibles de quienes se oponen a esa provocación, también se producirían en Buenos Aires, si los chiitas iraníes se propusieran inaugurar un centro religioso frente a lo que fue el destruido edificio de la AMIA. O si se propusieran erigir monumentos cerca de la estación ferroviaria de Atocha en Madrid, glorificando a los terroristas de Al-Qaeda autores del sangriento atentado.

Éstas son, ahora, cosas de unas anticipadamente reñidas elecciones…